domingo, 30 de marzo de 2008

El Apostol Palau



El Apostol

Palau dejó por un rato el hall central del Hotel Panamericano donde estuvo alojado las tres semanas que vivió en Buenos Aires. Está otra vez en la calle, caminando esta vez por la 9 de julio junto a sus dos guardaespaldas y sus tres colaboradores más cercanos. Un poco más atrás su mano derecha en la Argentina, el pastor Ricardo Proietti, no para de hablar. “Tengan cuidado que los quiere predicar”, bromea Palau que está obsesionado con sacarse unas fotos con el Obelisco de fondo y con su Biblia en la mano. Para hacer las poses más naturales ante la cámara dice con fuerza: “¡Argentinos vengan a verme!”. Y repite: “¡Argentinos no me fallen!”.

Así este predicador de la palabra de Jesús, o este conferencista internacional, como le gusta que le digan, pasó haciendo ruido por su país natal durante marzo y se reunió con todos desde Cristina Kirshner y Mauricio Macri, hasta con 180 gremialistas (“53 le entregaron su corazón a Dios”). Pero quien lo hubiera imaginado allá a principios de los 60 cuando este, ahora abuelito de 73, despegó de su Maschwich natal hacia Oregón, Estados Unidos, para intensificar sus conocimientos en inglés y, por supuesto, meterse de lleno en su carrera teológica. “Conocí a Jesús en un campamento de verano al pie de las montañas de Olavarría cuando un consejero espiritual pegado a Cristo me sentó y me guió a recibirlo en mi corazón”, cuenta. Desde aquel día se empapó de vida eterna y logró entender porque su padre había muerto cuando él tenía 10 años. Su madre le dijo un día sentada en su cama: “tu papi está gozando del cielo, está con la presencia de Dios. El está gozando del cielo, está contento, y ya nos vamos a volver a encontrar”.

En su primer viaje a Estados Unidos conoció a su mujer Patricia con la que tuvo 4 hijos. Hoy todos de alguna manera trabajan junto a su padre en la administración y contaduría de la Asociación Luis Palau, que él mismo dirige jy coordina, contando además con representantes en varios puntos del mundo, principalmente en Sudamérica.

Aunque eso sí, Andrés, el más chico de todos sus hijos, lleva sobre su espalda una de esas historias de redención que al mismo Palau le encanta contar ante las multitudes: la historia del fracasado que de un día para el otro se convierte al reino de Jesús y encuentra el camino del éxito con solo desearlo y aceptar la mano de Dios. “Si alguno de mis hijos fuera ateo lloraría mucho. Andrés pasó varios años paseando por el mundo, andaba con sus fiestas, pero a los 27 años se entregó a Dios. Pese a que tenía sus cositas y sus cosotas, Jesús lo perdonó. Hizo su maldad, tomaba sus cervezas, pero aunque no era malo se fue con los muchachos del mundo”, recuerda Palau. Ahora el final feliz: “hoy predica la palabra del Señor y está casado con dos hijos, y está por adoptar un niño de Etiopía”.

Con 48 años de casado, el predicador más popular de Americana Latina vivió junto a su esposa en Costa Rica, Colombia y México para finalmente afincarse en Portland. “Las puertas del mundo se fueron abriendo. Hemos estado en 75 naciones llevando la palabra de Jesús”, aclara. Hoy el ojo de Palau está puesto en los países árabes, en Oriente y en Asia donde su mismo hijo Andrés se encarga de predicar al fiel estilo de su padre.

Aunque eso sí, a Palau se lo nota obesionado con China, y habla de la mala influencia comunista y de su libro “Dialogo amistoso entre un ateo chino y un cristiano argentino” que promocionó directamente en cuanto lugar pudo hacerlo. “Mi libro está en todas las librerías y quioscos de revistas. ¡Comprenló!”, ordenó en el medio de los mensajes que dio en la 9 de julio.

Cristo ayuda

La retórica de Palau y de buena parte de los pastores evangélicos es simple pero tentadora: los buenos están del lado de Jesús, no se drogan, no secuestran y no asesinan. Los malos son drogadictos, violadores y asesinos de dudosa moral que andan por las calles sufriendo y haciendo sufrir. Pasar de malo a bueno implica entregarse a Dios, y claro que el conductor ideal de esa entrega es Palau. También en los mensajes no deja de enfocarle a la irresponsabilidad paterna haciendo punto en los jóvenes y en las madres solteras. “Se me parte el alma al ver a la juventud que en vez de triunfar, sufre, que vienen de familias divididas. Me hacen sufrir las chicas violadas, por eso enfatizo en la juventud”, dice con fuerza.

Y cuando Palau grita y habla el sentido de que todo está en crisis se mezcla con un mensaje apocalíptico del mundo de hoy que solo puede ser redimido a través de fe religiosa. “Yo hice mis cosas, quien más quien menos todos en algún momento pecamos. Pero la vida sin Cristo es vacía, es triste, por eso la muchachada se quita la vida. Jesús te da equilibrio y control propio”, cuenta.

Pero a Palau no solamente Jesús no parece dejarlo solo, en su espalda cuelga una parafernalia de comunicación que se sostiene en programas de radios y de televisión que se emiten en radios evangélicas de todo el país, en campañas gráficas y en el trabajo fuerte de las bases que codo a codo golpean puerta por puerta predicando la palabra de Dios. Así en los festivales que organizó en marzo en la 9 de julio se calculó unas 300 mil personas que llegaron de todas partes del conurbano, una gran parte de ellos en micros y combis contratados por las mismas iglesias. “No se porque se preocupan tanto de los fondos del festival: un gran porcentaje de la plata proviene de empresarios estadounidenses, y de dos o tres ingleses y mexicanos. También de gente sencilla de la Argentina”, exolica.

Con más de 30 libros publicados y 4 páginas webs, Palau se garantiza la llegada un público de todas las edades y aunque se esfuerza en asegurar que su mensaje no tiene corte político sus movimientos parecen demostrar lo contrario cuando se reúne con cuanto gobernante cruza. “Cuando era joven desde el cristianismo evangélico nos decían que un cristiano no podía estar en política porque era sucia, y yo les decía que la política no es sucia, puede haber políticos sucios, pero la política es muy noble porque es guiar a la nación. Quien me escuche se va a dar cuenta que siempre empujo a la muchachada para que entre a la política”.

Amistades peligrosas

Sus detractores no escatiman en acusarlo de apoyar a gobiernos golpistas, y de simpatizar con la derecha más ortodoxa, pero entre las más cuestionadas de sus amistades está la que mantiene desde hace más de 5 años con George Bush. La historia cuenta que apenas unas horas después del atentado a la Torres Gemelas, Palau fue citado por un Bush aturdido que buscaba la palabra de un asesor religioso. “Hicimos un documento pidiendo que no tomara venganza, que se tome su tiempo para seguir, aunque evidentemente no nos hizo caso. Vaya a saber quien lo asesoró después”, cuenta Palau. “Me llamó la atención que me contara que su señora estaba en la Casa Blanca muy cerca de donde cayó uno de los aviones. ¡Se conmovió el tipo, y los ojos se le llenaron de lágrima!”, recuerda. Después se reunieron unas siete veces más a charlar sobre temas que el mismo Palau no quiere detallar.

“Es cierto que he guiado a varios presidentes sudamericanos hacia Cristo, pero no puedo decir sus nombres porque ellos no lo quieren decir. Bush contó de sus problemas, que ha sido cambiado por Cristo después de haber tomado mucho y estar al borde del desastre familiar y la gente lo critica porque dicen que mezcla la política con la religión”, se justifica Palau sentado en uno de los sillones de hall central de Panamericano.

En la puerta del hotel lo espera su combi. Los colaboradores otra vez están como locos intentando que los fanáticos con remeras de que dicen Palau bien grande y en azul no lo traben en su andar hacia el festival. Palau sale sereno, sonríe y pide calma, más tranquilo y seguro que ninguno. Halaga a todo el mundo que está en la escena: a sus guardaespaldas, a su jefe de prensa y a los jóvenes que están ahí paraditos viéndolo. Cuando se va en su combi de vidrios polarizados hacia el festival, seguido por policías motorizados, se quedan todos contentos como endulzados por su presencia.

“Yo no quiero que me siga nadie. No soy un líder de secta. Una vez que le presento a la gente a Cristo los dejo, y les digo chau nos vemos en el cielo”, cuenta ante de salir a escena.

En unos minutos más Palau estará pidiendo desde el escenario aplausos, y el público aplaudirá, y pedirá un Amén urgente tras cada frase que lo merezca y todos juntos y sin chistar gritarán ¡Amén!

domingo, 2 de marzo de 2008

La buena de Salta


Sobre la mesa

Sabores que mezclan tradición con frutos de la tierra y una cocina rica gracias a sus empanadas, tamales, locros y humitas. En Salta también los más sabrosos quesos de cabra y el vino torrontés propio de la zona de Cafayate. Una gastronomía de recetas familiares que se enriquecen de generación en generación.

La mesa de la gastronomía salteña, bien representativa del norte del país y de toda la Argentina, se luce con una invitación que contempla recetas complejas y elaboradas, heredadas de los mismos españoles que colonizaron la zona, en combinación con la cocina popular propia de las culturas originarias. Así sobre el mantel sabores ancestrales ligados deliciosamente con frutos de la tierra norteña, recetas que se mantienen desde la época colonial pero que con el correr del tiempo se fueron enriqueciendo con productos locales como el maíz, la quinoa y las papas andinas; y con carnes de animales alimentados con pasturas naturales como el chivito, el cordero y la llama.
Pero en Salta, como en toda cocina compleja, hay una base típica inmodificable que se sostiene en la carne de vaca, cordero, cabra, cerdo y gallina; el maíz, porotos, huevos, y condimentos como el ají, el comino y el pimentón.
De esta unión nacen por ejemplo las banderas gastronómicas que distinguen a la provincia del resto del suelo norteño, como los locros (ni más ni menos que un guisado de maíz, poroto, zapallo amarillo criollo, carne y tripa gorda de vaca, con huesitos salados de cerdo), los tamales (masa de harina de maíz rellena con carne de cabeza de vaca o de cerdo, o de charqui), las humitas (elaboradas con maíz jugoso y que se comen saladas o con azúcar y que pueden llevar o no un trozo de queso de vaca o de cabra) y las empanadas (rellena con carne picada a cuchillo, papas, cebolla blanca rehogada en grasa pella, huevos duros y cebolla verde picados, cocinadas en horno de barro o fritadas).
Así de insustituible es la empanada en el menú salteño que desde hace más de 30 años empanaderas de toda la provincia se presentan, para mostrar su estilo y convidar sus secretos, en un Concurso que premia, todos los años, a la mejor empanada de Salta.
Los quesos de cabra y su pareja el torrontés
De Salta también son los más sabrosos quesos de cabra, principalmente nacidos en la zona de los Valles Calchaquíes donde cientos de productores se dedican a la producción caprina. En lo que hace a platos los quesos de cabra suelen aparecer en lasagnettes junto a tomates o como salsas para las pastas.
En la gastronomía salteña un buen queso de cabra tiene su acompañamiento natural en el vino blanco torrontés, también insignia de Salta, más aún de las tierras de Cafayate.
Así, cuanto más viejo son los quesos más se calman en sabor, más se concentran. Por eso también
un queso de cabra joven es fresco y de sabor ácido, por lo que su compañía ideal es un vino joven, torrontés de cepa blanca, bien aromático, típico de Salta por sabor frutal y floral. Ya para un queso de cabra con más de 3 meses de estacionamiento la pareja es un vino torrontés salteño, de cepa blanca, que concentre un aroma de una planta más vieja, con el gusto característico del ahumado del roble.
En cambió para los quesos de cabra saborizados con pimientas u otros picantes va perfecto un torrontés dulce con azúcar.
¿Quién dice que una pareja no puede durar toda la vida? Los quesos de cabra y el vino torrontés son algo así como “el uno para el otro".

La hora de los dulces

Preparados generalmente con frutas de la zona, miel y leche, los salteños son especialistas en la preparación de dulces caseros entre los que se distingue el de cuaresmillo (de los primeros duraznos que nacen, preparados en almíbar), el dulce de cayote, el de higo y el de miel de caña, entre otros. También representativo dentro de la repostería es el dulce de leche presente en infinidad de tortas y postres.
Dentro del mundo del dulce también se destaca el quesillo, que elaborado con leche, se puede acompañar con dulce de cayote, cuaresmillo y nueces. De la fusión de estos dulces nacen tortas típicas como la “Pasta real”.

Hecho en casa
Por estos años la evolución de la cocina salteña propone nuevas recetas que se vuelven a empapar en la tradición de las culturas originales pero esta vez con fórmulas actuales y que están dentro de la llamada cocina “Novo Andina”. En pastas los chefs más avanzados prueban con recetas que van desde ravioles de morcillas y manzanas, hasta ñoquis de berenjenas con salsa de tomate y albahaca.
También son un clásico los pescados en Salta, destacándose las truchas de la zona de Pulares, riquísimas en compañía de las papas andinas.
En Salta para que dudarlo: no hay mejor cocina que la se hace en casa, con recetas familiares que se trasladan de generación de generación.