viernes, 23 de julio de 2010

La luz de sus ojos

De un momento para el otro ya nadie habla y ve. Atrás quedaron los chistes internos de un grupo que se conoce desde hace más de 6 años. Concentrados, listos, ya: los 14 catadores sentados en semicírculo no hacen ni un solo ruido, sólo las bocinas de la avenida 9 de julio interrumpen el ambiente del catado a ciegas. Los testeadores husmean entre las muestras de unos mechones de cabellos con la rigurosidad de una pesquisa policial que busca aclarar el caso. Será pues el olfato del panel el que determinará si la renovada crema de enjuague supera en calidad y aroma a la linea anterior. Si todo anda bien, en pocos meses el producto estará en todas las góndolas de los supermercados de Argentina.

El escenario lo recrea la Consultora Stg, ubicada al frente del Obelisco porteño, y los personajes en cuestión, los que integran el panel, son personas que han perdido de forma parcial o total su visión, situación que les cerró un amplio aspecto del mercado laboral pero que les abrió de par en par otro: el del análisis sensorial de alimentos y productos de perfumería.

Fue en el año 2001 cuando la consultora se lanzó con investigaciones científicas en la búsqueda de comprobar que las personas no videntes poseen, si son entrenadas, una mayor aptitud para el análisis sensorial, gracias al desarrollo de sus sentidos del gusto y del olfato. Establecidos los patrones de estandarización de aromas y sabores en alimentos y bebidas comenzó la selección de los primeros panelistas que con el paso de los años fue rotando, aunque para ingresar siempre se cumpla con los mismos pasos: 6 meses de entrenamiento que apunta a desplegar el olfato y el gusto de los panelistas ciegos, aplicando técnicas de observación sensorial que buscan calibrarlos entre sí para que todos estén ajustados a un mismo patrón de valores.

“Las empresas nos envían sus nuevos productos cuando realizaron un cambio de maquinaria, cuando modificaron algunos ingredientes, o las materias primas. La intención es saber si este panel entrenado detecta o percibe estos cambios”, cuenta la ingeniera Marina Westphalen, responsable de examinar los resultados que arroja el análisis sensorial.

El testeo comienza siempre por el olfato, desde ese punto ya puede detectarse si algo anda mal. Después los testeadores prueban en silencio, sin dar opiniones, para no influir en los demás. Finalmente sus informes se convierten en piezas fundamentales para conocer la vida útil de los productos, para proponer patrones de color, textura y sabor y para ofrecer correcciones si encuentran defectos. “Existen dos tipos de paneles: está el que se especializa en productos de perfumería, como perfumes, shampoos, acondicionadores y desodorantes, y otro que se aboca a los alimentos, principalmente las leches y sus derivados”, explica la ingeniera.

Carolina Mendez es una de las más expertas en el catado de alimentos, sus 6 años de experiencia en el testeo de leches, yogures, dulces de leches, aceites y vinos la respaldan. “A los 30 años me jubilé por discapacidad en la vista y me dediqué a criar a mis dos hijas. Cuando crecieron comencé a estudiar en centros de ciegos hasta que me enteré de este trabajo. De chica al no ver bien desarrollé mi olfato, todo lo olía, desde el cuero de los zapatos hasta el papel satinado que usábamos en la escuela”, dice.

“Este compromiso me gusta mucho. Nunca pensé que como ciega iba a conseguir un trabajo, porque todo en mi vida había sido un no: no estudies, no trabajes, no a todo. El testeo que hago lo asocio con las primeras veces que iba a aprender computación y abría las ventanas de Windows y siempre surgían cosas nuevas. Aquí es lo mismo cuando probas una leche y está fea, entonces te preguntas ¿por qué está fea? ¿a qué me hace acordar?, y ahí comienza todo de nuevo”, desarrolla Mendez.

Con todo gusto y olfato

Mirta Tessore está casada hace 15 años y tiene una hija de 14 que se llama Micaela y que rompió con la regla de sus padres: ella ve bien. Para llegar a la consultora desde Palomar, Mirta tiene que tomar primero el tren de la línea San Martín y después recorrer más de 6 estaciones de subtes. “En mi mundo, en mi casa, estoy llena de problemas. Pero yo vengo acá, salgo de todo y me concentro en el mundo de los sabores y olores”, cuenta Tessore. Sus compañeros rescatan de ella su sensibilidad y su pasión por el trabajo. “El catado es un desafío diario, me gusta descubrir en los alimentos y el gusto todo lo que se esconde”, dice Tessore quien durante estos últimos años desarrolló mucho más el olfato. “Salvo que el aire acondicionado esté funcionando y el comercio esté cerrado, yo se donde está cada negocio gracias a los olores que salen, es la forma más segura de ubicarme”, explica.

Sentada al lado de Mirta Tessore, está Marta Zampaglione, una de las más antiguas testeadoras con 9 años de experiencia. “Yo pensaba que este trabajo de testeo lo hacían las maquinas, no los seres humanos”, se ríe. Ahora es una de las referentes del catado a ciegas de productos de perfumería como desodorantes y shampoo. “Nuestras salidas laborales habituales son el coro polifónico, la banda de ciegos o los copistas. Conseguir otro tipo de trabajo no es fácil”, dice.

El empuje por progresar en la vida, por no quedarse y por superar los traspiés menos esperados es compartido por el resto de los testeadores que la rodean y escuchan hablar. Entre ellos está Gabriel Edgardo Martínez que cuando “tenía un poco más de vista trabajaba en una fábrica de zapatos y tiempos después como cadete”. Él como varios de los que están presentes llegan a su trabajo desde el conurbano, con más de una hora y media de viaje.

Las preocupaciones que mascullan en las cabezas de los catadores ciegos son siempre similares: la inserción laboral, el trabajo continuado y, por fin, la valoración como personas aptas para trabajar en cualquier ámbito, sí las condiciones laborales, claro está, se adaptan. Pues el camino transitado por el análisis sensorial promete pegar algunos saltos más, abarcando nuevos productos y más mercados, demostrando que todo es posible con voluntad, profesionalismo y trabajo en equipo.

En Caminos y Sabores

En el marco de la feria Caminos y Sabores, del 8 al 11 de julio en La Rural, se llevará a cabo por quinto año consecutivo el Concurso Experiencias del Sabor. Allí los testeadores de la Consultora Stg deberán reconocer a aquellos productos y productores participantes de la exposición en distintas categorías como aceite de oliva extra virgen, quesos y dulces de leche, entre otros.

Caminos y Sabores es una feria que recorre el país a través de sus alimentos típicos, las artesanías y los destinos turísticos. Este año vuelve con renovados espacios para las expresiones culturales de la región como la plaza de los artesanos y la plaza de los músicos; además de las demostraciones de cocina y el II Encuentro Terra Madre de Argentina organizado por Slow Food.

Vinos de alta gama, quesos y aceites de oliva de Salta, puros de Corrientes, dulces caseros, licores y alfajores de Chubut, cervezas artesanales del centro del país, salames mercedinos, telares propios de la cultura Wichí, y un sinfín de productos propios de la Argentina estarán presentes en la muestra de la mano de sus elaboradores. Más información en www.caminosysabores.com.ar