miércoles, 31 de octubre de 2007

Al servicio del Culturismo


Publicado en revista Viva de Clarín

Hay algo que un culturista no debe dejar de hacer cada vez que se aproxima un torneo: practicar, y volver a practicar una y otra vez las poses frente a un espejo. Es que de las poses va a depender el veredicto final de los jurados, que exigen a los culturistas posar de frente, de espalda, lucir los bíceps, los triceps, los gemelos y los pectorales, y en cada movimiento los participantes dejan el alma porque saben que al tapar los defectos, planchar el estómago y mostrar los perfiles va estar el punto que los puedan consagrar victorioso. Atrás de cada pose días, meses y años de trabajo en gimnasios, dietas diarias con comidas repartidas en 6 veces y autocontrol casi obsesivo del cuerpo y la mente.

Dietas estrictas, trabajo muscular y descanso como tres pilares en la vida de un culturista argentino que, en principio, recalca que es amateur, y que todo, absolutamente todo, es por amor a la disciplina. Y así el camino, en general, de un culturista comienza a tomar forma en la adolescencia cuando el cuerpo empieza a definir su desarrollo, se profundiza después de los 20, toma fuerza entre los 30 y 40 y se extiende tranquilamente hasta después de los 60. Y todo gracias a un esfuerzo que se hace ver recién después de 10 años de trabajo.

“El culturista es una persona muy sacrificada, porque nadie de un día para otro es culturista. Más bien son años de trabajo en gimnasios, dejando atrás lesiones, para llegar a tener un cuerpo armónico de pies a cabeza”, cuenta Walter Cerantonio, integrante de la Federación Metropolitana de Fisicoculturitas y presidente de la subcomisión de musculación y fisicoculturismo del Club Velez Sarsfield. Músculos bien desarrollados en relación armónica unos con otros -nada de una gran espalda con piernas poco desarrolladas- marcación exacta de la musculatura, hombros amplios, piernas bien robustas, y un cuerpo parejo por donde se lo mire. Solo algunos pilares del culturismo que, desde ya, no es para todos, sino para cuerpos ya predestinados genéticamente.

Y en cada torneo que se realiza en la Argentina entre unos 40 y 50 culturistas, en su mayoría hombres, compitiendo divididos en categorías que se dividen por edades y peso en cadetes, juveniles, master, medianos, pesados y superpesados.

El mundo del culturismo

Hay varias federaciones que nuclean a los culturistas argentinos, entre las que están la Federación Metropolitana de Fisicoculturitas, la Federación Argentina de Musculación, con una mujer como presidente y la Asociación de Fisicoculturistas de Argentina (AFCA), entre otras. Cada una organiza sus propios torneos, legitimados por jueces que realizan cursos para llegar a ser jurado y evaluar.

Entonces unas horas antes de que comience el show, la preselección determinará el peso de los participantes para encuadrarlos en las categorías y después sí, el espectáculo llega a su esplendor: grandes hombres descalzos, que solo llevan puesto un slip de posar, retorciendo y trabando los músculos, y mujeres, con una bikini de dos piezas, de un solo color, algunas más femeninas que otras.

Para las poses pedidas por los jueces, todos bien depilados, sin bijouterie, ni accesorios que ensucien los cuerpos, y ahí sobre el escenario los culturistas se pasean con su color bronceado (algunos más natural que otros), y un brillo, sobre la base de aceites o merteolate en algunos casos, que termina de hacer lucir la piel de los competidores. Abajo, a unos 7 metros, los jurados observan y anotan la puntuación en planillas bien prolijitas.

Ilusionistas del cuerpo

Sacrificio, es una palabra con la que también carga un culturista en nuestro país, que no solamente no gana plata con esta actividad, sino que invierte mucho dinero en sus dietas. Así en un día normal, un culturista que vive de otra profesión u oficio tiene que parar su actividad unas 6 veces para cumplir con su dieta. “Hay culturistas que están atendiendo un comercio y tienen que parar a una hora determinada para comer su pollo”, cuenta Walter Cerantonio.

Y hay diferentes etapas en la vida de un culturista: están las épocas de entrenamiento fuerte o de potencia en donde las series son pocas pero el cuerpo es exigido al máximo para alcanzar un crecimiento muscular visible. En la época de definición, ya más cercana a los torneos, la dieta se agudiza si hay que dar con el peso, en la jerga del culturismo: la dieta de pollo y agua.

Mitos y prejuicios

La suplementación en los culturistas es todo un tema por sí solo, controversial, peligroso y cargado de mitos y verdades. Semanas atrás la culturista Adelina Mareco, una de las más importantes del país, murió minutos antes de comenzar su rutina en un torneo. Extraoficialmente se dijo que había mezclado diuréticos y efedrina. Los problemas en el culturismo toman forma cuando las dietas se hacen con un único motivante que es la estética, dejando de lado la salud.

Pues en las últimas instancias a la presentación en el torneo muchos culturistas deben ajustar su peso al de la categoría, entonces entran en juego lo que nunca termina de confirmarse: el uso de diuréticos, anabólicos, efedrinas y planes dietarios que incluyen estimulantes peligrosos para la salud y que generan adicción.

“Si el culturista quiere estropear su cuerpo es una decisión suya. Hay gente que quiere crecer más y más y termina llevando el culturismo por otro camino, pero también hay mucho más mito de lo que realmente es. Muchas personas confunden la suplementación dietaria que está permitida con el consumo de anabólico o esteroide, por ejemplo”, dice Walter Cerantonio organizador eventos de fisicoculturismo en el club Vélez Sarsfield. Y sigue: “el peor de los prejuicios es de la gente que cuando ve a un culturista dice este se tomo todo para estar así, y en realidad el culturista se mata todos los días para llegar a eso”.

En los últimos años ha crecido una enfermad conocida con el nombre de vigorexia y que tiene como pacientes a personas con una obsesión por verse musculosos y que pasan unas cuantas horas diarias dentro de los gimnasios, aislados del mundo, en su propio mundo de aparatos y espejos para mirarse. Una adicción clásica por estas fechas.

Ellos acusados de poco masculinos, ellas de poco femeninas, otros llamados “roperos”, todos sospechados por el uso de suplementos, el culturismo es una actividad en que en nuestro país cada vez tiene más adeptos que quieren verse saludables luciendo sus hipercuerpos brillante bajo las luces.

1 comentario:

Robando ideas dijo...

Buen resumen.
Gracias.

http://ironclassic.blogspot.com/