jueves, 14 de junio de 2007

Silvio, el hijo de Doña Tita

Publicada en la revista Hombre.


Soldan apuesta todo a la actuación y no le importa mostrarse semidesnudo en las tablas. Se define como una semental-calentón con predilección por las rubias. Habla y no para de hablar el hijo de doña Tita.
La gente fantaseaba con mi salto en el cofre de la felicidad de Feliz Domingo. Algunos se pensaban que tenía que ir al médico después de cada domingo. Una vez dos señoras muy paquetas me frenaron en la calle y me preguntaron como hacía para saltar tan alto y yo les dije: “sabe lo que pasa señora, yo me paro sobre una tabla de madera que está conectada a la cerradura del cofre, entonces cuando alguien lo abre esa conexión hace que la madera me tire para arriba”. Entonces una le dice a la otra “viste que yo te dije que alguna trampa había atrás de esto”.

Todas las mujeres mienten y nos engañan porque los hombres somos más honestos. Solo hay que ver como empezaron de obreritas y como fueron subiendo hasta superarnos. Ya a esta altura no podemos competir con ellas porque encima tienen algo que nosotros no tenemos: una argolla. Yo soy una persona indicada para hablar de cómo mienten las mujeres: Rimolo me mintió y me dejó en la calle.

En la Argentina la diferencia entre una mujer rubia y una morocha es la tintura. Yo tengo en mi caso más predilección por las rubias, ¿no sé si te diste cuenta? También he estado con morochas terribles, eh. Yo creo que lo mío con las rubias se debe más a una fijación infantil. En serio lo digo, hay tipos que tienen otras fijaciones infantiles y mueren, por ejemplo, por las gordas o las tetonas. Yo conocí a un pianista que lo único que le gustaba eran las tetas de las minas, por más que la cara y el cuerpo fueran un desastre el tipo lo único que le importaba era que sean grandes.

La gente suponía que estaba todo el tiempo con Romay, pero yo no iba nunca a su oficina. Yo veo que aquellos que se hacen los amigos del jefe nunca les va bien. Yo lo veía con Romay, siempre había alguno que vivía en su oficina, pero al final Romay se hartaba y lo echaba a patadas. Entonces deduje que una forma de perdurar era estar lo más lejos posible de él, es más nunca lo tutee.

En el sexo lo mío es más natural, más tradicional, yo soy chapado a la antigua. Nada de disfraces y nada de juguetes sexuales porque me disminuyen como hombre. Hay algo que me enorgullece: nunca usé viagra y doy mi palabra de honor que nunca me hizo falta porque soy muy calentón. Tampoco necesito de las películas pornos para calentarme, yo solo estando con las mujeres me caliento.

Yo tengo sexo una vez por semana no puedo pasar más de cuatro días porque me vuelvo loco. El mayor tiempo que estuve sin tener una relación fueron los 61 días y 4 horas que estuve el country. Lo más increíble es que nunca he pagado por sexo a una mujer y como premio terminé pagando una fortuna. ¿No es raro?.

Alberto Castillo se había detenido en el tiempo, vivía en una burbuja, se había quedado en la década del 40 cuando era una super estrella nacional. Para él nunca existió el paso de los años, el almanaque se la había quedado en esa época. También era un tipo muy especial, cuando muere su madre estábamos todos compungido en el cementerio y al lado nuestro llega otro cortejo fúnebre con un cajón chiquito. Y Castillo, que siempre hablaba, dice “pobrecito morirse tan chiquito”. Y salta otro que estaba en el cortejo y le dice: “señor Castillo, no es un chico, es una enano”, y entonces Castillo le dice: “sí pero alguna vez fue niño también”.

Nunca estuve con gatos. La gente dice que estuve con gatos pero yo cuando estaba con ellas no pensaba que eran gatos. Después me di cuanta que sí. ¿Hace falta que de nombres?. Yo prefería que no, a ver si me arañan desde lejos.

Silvia (Suller) empezó en Grandes Valores como secretaria haciendo girar una ruleta. Me mató desde el primer instante que la vi. Era una mujer bellísima, delicadita. Una belleza de pendeja, tanto es así que le decían la Brigit Bardot Argentina. Bah, era todo lo contrario de lo que es ahora.

La primera que hice el salto en Feliz Domingo, fue cuando abrió el cofre de la felicidad un colegio muy humilde y como me puse tan contento que ganaran el viaje que pegué un salto impresionante. Al otro día voy a cargar nafta me dicen “como saltó anoche”. Voy a comprarme una ropa me dicen “como saltó el domingo”. Así durante toda la semana. Entonces dije esto es negocio y empecé a hacerlo todos los domingos.

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