sábado, 23 de junio de 2007

El lado Oscuro

El lado oscuro
Publicado en la revista Viva, junio de 2007

Con más de 20 años de existencia, los góticos son una tribu repleta de fetiches, con una esencia romántica y una interminable adoración a lo negro. Estética oscura y un mundo de mitos atrás del maquillaje blanco.

Para llegar a la fiesta gótica de Los Eternos hay que rastrearla por el microcentro y recién después animarse a perforar un pasillo con unas pocas luces azules a los costados. Una vez adentro, desde los que están en la bolearía hasta los barman de la barra visten de un completo negro matizado con cuero y unos peinados que intercalan rapados con mechones de colores. Sobre la pista suena una marcha con guitarras eléctricas bien pesadas, cantadas entre inglés y alemán, y que dentro del ambiente gótico se conoce como el estilo Gothic indutrial. Al lado de la cabina del DJ, en su mundo, tres chicas se matan a puros roces de lesbianismo.
Y en este caso el negro brilla en la noche porteña de la mano de jóvenes góticos que no solamente lo asocian al luto y a la muerte, si no a la belleza, que dicen, les aporta la oscuridad, lo oculto, el vampirismo, la sangre y personajes como Drácula.
Las fiestas son uno de los puntos de encuentro de todo el movimiento. Por algunas de estas suele aparecerse Billy, un treintiañero de Bernal que no usa su nombre original como casi todos los que están dentro de esta tribu. Para su vida cotidiana elige un sobretodo negro de cuero de 1500 pesos que también exhibe orgulloso en su trabajo: un call center del microcentro. Ya cuando se pone a hablar, habla de hindúes, del pensamiento Zen, de la importancia de Egipto, y de que muchos de los chicos que están dentro del ambiente no saben ni siquiera lo que es ser gótico. “Yo no soy así por casualidad. Los que estamos verdaderamente dentro del ambiente gótico somos bohemios y sensibles. Y son nuestros miedos los que nos hacen más recluidos”. Pues él, también amante de los templarios y los samuráis, manifiesta su misticismo religioso yendo todos los días a la Iglesia San Ignacio del Loyola.
Como líder de la banda Crysalis, Billy ha recorrido cuanto rincón gótico hay en Buenos Aires, y eso que los hay, porque están las fiestas góticas industriales, están las fiestas medievales y las fiestas sados, solo por nombrar algunas. Además de las casas de música especializadas y de las casas de diseño de indumentaria exclusivamente gótica.
Y así, y gracias a la variedad, el movimiento gótico se mantiene aún vigente después de 20 años de haber pisado por primera vez nuestras pampas, a través de jóvenes que escuchaban a bandas como The Cure, y que importaban música por correo postal desde Europa y Estados Unidos.
“Mi mamá formó parte del primer movimiento gótico que hubo en el país. Ahora yo uso sus vestidos y sombreros”, cuenta Marisol que a los 22 años reparte su tiempo estudiando alemán, canto lírico y administración de empresas. A las fiestas medievales de Castelvania, organizadas por su amigo Cesar del Valle, va envuelta en vestidos con colas que arrastra por el piso y que tapa con un sobretodo en el colectivo para no llamar la atención. “Con mi ex novio –también gótico- nos peleábamos por el maquillaje cada que vez que salíamos. Yo le decía “¡nene pará que no me vas a dejar nada!””. Hoy, vive junto a sus padres con 13 gatos y 20 sapos, en una casa a dos cuadras de la avenida Rivadavia, en Caballito.
Claro que no hay gótico sin música gótica. Y claro que no existe un gótico si no hay un vestuario personal, identificatorio, elegante, y que sin lugar a dudas llega al sumun en la estética femenina que se expresa en corcets, vestidos de copa con miriñaque, vestidos largos de un estilo victoriano y capas que rozan el suelo. Y algunas eligen su toque medieval, otras eligen un estilo más vampiresco y otras el más sadomasoquista. Pero la búsqueda de vestidos góticos puede ser incansable: Ivana Ferreira, de 20 años, recorre cuanta feria americana se le cruce en búsqueda de su vestuario ideal, al que acompaña teñiendo su cabello a tono.

Los nuevos románticos
Conocidos como los nuevos románticos -por retomar las temáticas del Romanticismo de la primera mitad del siglo XIX-, para los góticos no todas son rosas cuando andan por la calle: a Cesar del Valle le gritan “Padre Grasi” por sus sobretodos, a Billy, “Matriz”, y Alejandra Mucaled, “Morticia” por su tez blanca. “Mucha gente no sabe que esto es un estilo de vida”, dice Cesar, que con 36 años es uno de los referentes de la movida. “No me interesa lo que piensa la gente, a mí me gusta usar mis chalecos de cuellos y mis camisas. Siempre me gustó vestirme elegante”. Con más de 15 años trabajando en una mueblería del centro porteño, además de organizar eventos góticos en el barrio de San Telmo estudia gaita y traduce animé japonés.
Pero claro, mitos y más mitos rodean a la movida gótica, que ellos mismos buscan por todos los medios desmitificar, pero… ¿qué hay de aquello de que los góticos beben sangre? ¿Y… de los vampiros? Nada más que fetiches de un movimiento cultural que se apoya en accesorios y simbologías que llegan hasta lo sadomasoquista con cadenas incluidas. Y hay más muestreo fetichista: cruces invertidas, cuero, ataúdes y gárgolas.
Púes hoy en la Argentina se encuentra el mayor número de góticos de toda Sudamérica, y no es casualidad para Billy porque “Buenos Aires es una ciudad eminentemente gótica gracias a su noche y a su arquitectura”. Pero pese a esta diversidad algunos emigran en búsqueda de caminos más transitable. Nosotros habíamos tocado en Chile en el 2004 y metimos unas 800 personas y decidimos mudarnos a Santiago”, dice Alejandra Mucaled, más conocida como Aka Aledi Alexia. Junto a su pareja, Jorge Salvador (conocido dentro del movimiento como Aka Tanzvador), y su banda Crucifix Nocturnal Christians viven al pie de la cordillera chilena desde hace un año.
Y a desmitificar se ha dicho: “Los ritos satánicos no tienen nada que ver con lo gótico que siempre está acercándose a Dios, pero la gran mayoría de las personas que estamos en la movida no somos personas normales, sea por locura o por creatividad. Tenemos un alma muy especial porque siempre estamos buscando más allá de las cosas”, dice Billy.

Ese delicioso gusto por lo raro

Todo un verano lejos del sol no suena del todo tentador salvo, claro está, que uno sea gótico o dark y esté convencido de que cuidar la piel es tan valioso como usar un maquillaje mortecino. Todo en pos de una estética que los góticos cuidan hasta el detalle.
Y los puntos en común siguen siendo lo raro, lo siniestro, lo sobrenatural, que se encuentra en toda la literatura gótica y en muchas de las películas de terror clásicas como “Entrevista con el Vampiro”, “El Cuervo” o “El bebé de Rosmary”. Dentro del ambiente, quien más, quien menos, ha visto las mismas películas, ha leído los mismos libros y se refugia en los mismos fetiches. “Ser gótico es ir a la esencia de todo, recorrer la historia. Es un sentimiento muy difícil de explicar”, dice Cesar del Valle.
“Me siento identificada con el sentimentalismo de la gente que es gótica. Yo iba a un colegio católico y me vivían retando porque según ellos daba una mala imagen. Pero no lograron cambiarme porque es mi estilo de vida, yo me saco la ropa negra y sigo siendo la misma: una romántica”, dice Ivana Ferreira, una gótica de 21 años, madre de un bebé al que llamó Atos en homenaje a uno de los personajes de la novela de Alexandre Dumas, Los Tres Mosqueteros. Mientras tanto el cuidado de su cuerpo cándido y delgado le da el visto bueno para posar como modelo viva en la Facultad de Bellas Artes. Y los grupos de góticos por las noches se hacen fuertes, caminando como en patota, haciendo la suya. Y se los puede ver más aún en los barrios céntricos como Monserrat y, un poco más allá, en Flores. La esencia de mostrarse tal cual son, un grupo todo de negro, y no tan raro como parece, que encuentra en la introspección y el gusto por lo distinto una manera de mostrarse. “El gótico lleva un hippie adentro”, dice Billy en un bar de pocas luces, cercano a la plaza Dorrego en el barrio de San Telmo.

jueves, 21 de junio de 2007

La buena mesa argentina

LA BUENA MESA ARGENTINA
Sabores con historia y tradición

Publicado en el Diario Clarín

Los secretos de la elaboración de salames, jamones y bondiolas, en un exquisito viaje por las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Chaco y Entre Ríos.
El mapa de la Argentina ofrece diferentes zonas dueñas de artesanías culinarias que expresan por sí solas la identidad cultural de cada pueblo. El caso de los chacinados en el interior del país no es uno más. Por cierto, los derivados del cerdo, en algunas regiones, son una verdadera carta de presentación que habla, no solamente de las personas que allí viven, sino también de la tradición del lugar, de los procesos productivos y de las economías regionales. Este marco, acompañado del turismo rural y regional, sirve de mesa para una ruta nacional del chacinado, que cuenta con el salame como gran animador.

Recetas de Italia
De esta manera, que los pobladores del partido de Mercedes, en la provincia de Buenos Aires, estén íntimamente ligados a los buenos salames y jamones no es un hecho fortuito. Por el contrario, su razón de ser se la deben a la llegada —a mediados del siglo XIX y principios del XX— de inmigrantes italianos que se instalaron en la zona de las quintas cercanas a la ciudad. Los recién llegados trajeron consigo sus costumbres en la elaboración casera de chacinados, que transmitieron primero a los pobladores locales y que con el transcurso del tiempo pasó de generación en generación."La costumbre que heredamos de los italianos es la de criar un buen cerdo, muy bien alimentado y sin triquinosis", detalla el productor mercedino Oscar Mónaco. El resultado de estos procesos da una excelente calidad y variedad de salames, bondiolas, chorizos y morcillas.
Siempre con los chacinados como protagonistas principales, en distintas ciudades del interior se organizan fiestas criollas en las que la venta de estos productos es sólo una excusa más. También se premia a los mejores salames y se elige a la reina del evento. Y, por fin, lo más esperado: se cortan kilos y más kilos de salames y salamines sobre tablas para que los visitantes degusten junto con los vinos argentinos. Así, desde 1975 Mercedes cuenta con su Fiesta Nacional del Salame Quintero, que, sin dudas, es una de las más reconocidas en todo el país. Todos los años, a mediados de setiembre, más de cuarenta productores locales se reúnen en esta tradicional fiesta. A 340 kilómetros de la Capital Federal, la ciudad de Tandil ostenta como marca personal sus chacinados serranos. Es que los productores de esta zona aprovechan las bondades que ofrece el cordón montañoso de Tandilia para elaborar sus deliciosos alimentos.Allí, además de los salames y salamines, se manufactura el jamoncito crudo serrano, el lomo ahumado canadiense y el jamoncito cocido ahumado en humo caliente, entre otras exquisitas variedades.
Manjares cordobeses
No sólo en la provincia de Buenos Aires se elaboran exquisitos chacinados. En el centro del país, por ejemplo, la provincia de Córdoba posee una ruta de chacinados ya planificada, que empieza en la localidad de Colonia Caroya. Allí, el salame tiene todos los octubres su fiesta propia, que lleva más de 27 años de historia.Sucede que la colonia de 9.300 habitantes le debe su fundación a inmigrantes italianos —llegados en su mayoría de Udine y Friuli— que la poblaron hacia fines del siglo XIX, y que trajeron buena parte de la tradición friulana a la hora de la preparación casera de salames. Lo más notable es que aún hoy siguen vigentes sus recetas y, además del salame, los productores de la colonia se distinguen por su buena mano en el preparado del jamoncito crudo con trozos del pernil trasero, al que lo presentan totalmente desgrasado y sin exceso de sal.Oncativo es otra ciudad cordobesa que conforma esta ruta. También debe su forma de elaborar salames a las recetas heredadas de los primeros inmigrantes italianos, en este caso provenientes de Piamonte.
Hoy, Oncativo es una ciudad pujante con más de 20 establecimientos que venden sus productos a todo el país, y desde 1975 organizan la Fiesta del Salame Casero, reconocida en el ámbito nacional. La ruta del chacinado cordobés también comprende otras ciudades que, con una menor producción que las anteriores, también elaboran sus embutidos y chacinados según la tradición de sus ancestros. Infaltables en esta lista son las localidades de Villa del Rosario, Dean Funes, Colonia Tirolesa y Las Junturas. La tradición intactaLas carneadas son ceremonias tradicionales llevadas a cabo por productores instalados en los campos del interior y que pueden extenderse por semanas. Tras picar la carne de cerdo y de vaca, se la condimenta para luego preparar los embutidos. El resultado: bondiolas, jamones, pancetas, salames, lomitos y morcillas que luego son dispuestos a estacionar alrededor de seis meses. Algunos siguen considerando el sótano como el mejor lugar para el estacionamiento de los productos.
En Chaco y Entre Ríos
"Charata era la cuarta localidad en importancia de la provincia del Chaco. Actualmente, con la llegada de productores cordobeses y santafesinos, la ciudad se posicionó segunda tras la capital, Resistencia", explican en el ente de Turismo de la provincia de Chaco. Los productores que emigraron desde otras provincias no sólo introdujeron nuevos cultivos, sino que también impusieron en Charata la producción de derivados del cerdo. Por eso, entre fines de marzo y principios de abril se preparan para hospedar a todos los visitantes a la Fiesta Provincial del Cerdo. Además de la venta y exposición de ganado, se disponen variedades de comidas elaboradas a base de cerdo. Por último, Chajarí, en Entre Ríos, es otra ciudad que posee una reconocida calidad en salames. Las cuatro industrias productoras de la ciudad organizan junto con el municipio en setiembre la Fiesta Provincial del Salame, que ya lleva 4 ediciones y que, además de las degustaciones, termina consagrando a la Reina Provincial del Salame. A la hora de emprender el recorrido por la ruta de los chacinados, en cada parada sería una picardía no acompañar la degustación de salames con los vinos argentinos y con los deliciosos quesos de vaca, cerdo y cabra.

viernes, 15 de junio de 2007

PH 15, fotografías en la villa.




Cazadores de imágenes

PH15 es una fundación que trabaja en la villa 15 enseñando a chicos y no tanto la expresión y el lenguaje que se crea a través de una fotografía. Una experiencia que lucha por acortar la brecha entre la villa y el afuera. Una mirada única-marginal que se esconde detrás de cada imagen.



Martín Rosenthal es fotógrafo. Rosenthal es profesor. Martín es viajero. Así, este profesor de fotografía, amante de los viajes, allá por los noventa se fue por Sudamérica para conocer el interior de pequeñas comunidades, relacionarse con sus habitantes y retratarlos en fotos. Feliz por cómo lo trataron, en retribución, decidió organizar talleres para enseñarles fotografía a los chicos de esas comunidades. “Armábamos cámaras con latas de leche y contenedores de lata, y yo andaba con mi pequeño laboratorio con frasquitos y papel para todos lados”, recuerda Rosenthal.
La experiencia le resultó motivadora, y cuando regresó al país, se preguntó por qué no organizar un taller de fotografía aquí, con su gente y en su ciudad. “Un día, mientras trabajaba para la Red Solidaria, fuimos a hacer una fotos a la Villa 15 de Ciudad Oculta y comprobé que a los chicos les llamaba la atención y les gustaba todo lo relacionado con la fotografía; entonces decidí crear un taller con ayuda de personas de la comunidad. Y así surgió este taller sobre la fotografía como lenguaje”, explica. Fue en agosto de 2000.
“Estamos cansados de las señoras ricas que vienen a lavar su conciencia, acá es la justicia del revertir la prueba, primero tenés que demostrar que no sos culpable”, le advirtieron a Rosenthal apenas pisó Ciudad Oculta. “Los chicos no confían en la gente que viene desde afuera, quieren honestidad y por eso somos honestos con ellos. No sé por qué mucha gente viene a ayudar a la villa y promete que volverá la semana siguiente y después no regresa jamás”, opina el fotógrafo.
“¿Cómo me defino? Como un fotógrafo humanista y social, al que le molestan las desigualdades, por eso me involucré mediante la educación a través del arte, que es lo que sé hacer”, sintetiza.
Al poco tiempo de maquinado el taller precisó de más profesores. “Durante un año capacité a ex alumnos míos con el fin de que no solamente dieran clases, sino para que también acompañen el proceso y sigan la evolución de los chicos, y así el taller se extendió a lo que es hoy”. Todo creció con el nombre de “Fundación PH15”, tomado prestado de la denominación de la Villa 15 (Ciudad Oculta). Hoy, al espacio ubicado allí concurren chicos de entre 11 y 20 años.
“El gran problema de estos chicos es que se sienten discriminados. Ellos creen que nada de lo que puedan hacer trascenderá la villa. Tienen la autoestima bajísima, entonces siempre hay que luchar contra esas mismas ideas que heredan de sus padres”, explica Rosenthal. Él mismo resume el trabajo de la Fundación con un último fin, que es comprometerse y hacer algo más allá de los proyectos escritos en papel y olvidados, luego, en los órganos gubernamentales.

Andando la ciudad
La idea es inspirarse, explorar lugares y descubrir las situaciones que se originan. Como cazadores de sensaciones, así andan por la calle los chicos de PH15, registrando la ciudad y sus rincones. Buscan su foto, impregnan su sensibilidad en la imagen. “Queremos que los chicos se integren con la gente de afuera de la villa. Es increíble, pero algunos de ellos ni siquiera conocen el Obelisco, y están solamente a media hora de viaje”, relata. Así, los chicos desarrollan su propia mirada sobre la cotidianidad que los rodea, apropiándose del lugar en el que viven y descubriendo nuevos espacios para interactuar con lo exterior. El resultado de estos viajes fotográficos quedó plasmado en Ph15: fotografías por chicos de Ciudad Oculta, un libro de 80 coloridas páginas donde los alumnos de la Fundación muestran sus trabajos. Y entonces sí: cuando todo adquiere forma de fotografía, los docentes organizan exposiciones con las obras de sus alumnos y en espacios artísticos del país y de todas partes del mundo. Cada muestra implica una participación activa de los chicos en la selección de imágenes, edición, montaje de las fotos y diseño global. Ahí llueven los elogios, la admiración por el trabajo y la sorpresa por la calidad de las imágenes. “Nosotros queremos incorporar más chicos, pero para eso necesitamos mayor presupuesto, que alguien aporte un subsidio”, confiesa Rosenthal. “Yo creo en la calidad de la educación y no en la cantidad”. Para lo que resta del año, la Fundación se prepara con más exposiciones enmarcadas en diferentes temas. También algunos viajes para descubrir lugares y fotografiarlos, y una idea de expandir el taller a diferentes espacios en emergencia con objeto de brindarles a otros chicos la posibilidad de encontrarse con el mundo de la fotografía. Que así sea.

3 x Rosenthal
P. C. ¿El taller apuesta a una salida laboral?
M. R.: Nuestro objetivo primario es que no sea con salida laboral, y fuimos muy honestos al planteárselo a los chicos desde un principio. Tratamos que se integren con el resto de la sociedad, que logren trascender el contexto de la villa. P. C.: Las obras de los chicos, ¿están a la venta?
M. R: Claro, a través de Internet y en los misma exposición que organizamos. Algunos de ellos han podido vender sus obras mediante contactos que tenemos en el exterior. Así, Eugenio, unos de los chicos, vendió una fotografía suya y pudo comprarse una cámara de mejor calidad.
P. C.: ¿Qué es lo más destacable de estos futuros fotógrafos?
M. R.: Los chicos cuentan con una crudeza única en el momento de sacar fotografías. Eso solamente se logra a la edad de ellos.

jueves, 14 de junio de 2007

Silvio, el hijo de Doña Tita

Publicada en la revista Hombre.


Soldan apuesta todo a la actuación y no le importa mostrarse semidesnudo en las tablas. Se define como una semental-calentón con predilección por las rubias. Habla y no para de hablar el hijo de doña Tita.
La gente fantaseaba con mi salto en el cofre de la felicidad de Feliz Domingo. Algunos se pensaban que tenía que ir al médico después de cada domingo. Una vez dos señoras muy paquetas me frenaron en la calle y me preguntaron como hacía para saltar tan alto y yo les dije: “sabe lo que pasa señora, yo me paro sobre una tabla de madera que está conectada a la cerradura del cofre, entonces cuando alguien lo abre esa conexión hace que la madera me tire para arriba”. Entonces una le dice a la otra “viste que yo te dije que alguna trampa había atrás de esto”.

Todas las mujeres mienten y nos engañan porque los hombres somos más honestos. Solo hay que ver como empezaron de obreritas y como fueron subiendo hasta superarnos. Ya a esta altura no podemos competir con ellas porque encima tienen algo que nosotros no tenemos: una argolla. Yo soy una persona indicada para hablar de cómo mienten las mujeres: Rimolo me mintió y me dejó en la calle.

En la Argentina la diferencia entre una mujer rubia y una morocha es la tintura. Yo tengo en mi caso más predilección por las rubias, ¿no sé si te diste cuenta? También he estado con morochas terribles, eh. Yo creo que lo mío con las rubias se debe más a una fijación infantil. En serio lo digo, hay tipos que tienen otras fijaciones infantiles y mueren, por ejemplo, por las gordas o las tetonas. Yo conocí a un pianista que lo único que le gustaba eran las tetas de las minas, por más que la cara y el cuerpo fueran un desastre el tipo lo único que le importaba era que sean grandes.

La gente suponía que estaba todo el tiempo con Romay, pero yo no iba nunca a su oficina. Yo veo que aquellos que se hacen los amigos del jefe nunca les va bien. Yo lo veía con Romay, siempre había alguno que vivía en su oficina, pero al final Romay se hartaba y lo echaba a patadas. Entonces deduje que una forma de perdurar era estar lo más lejos posible de él, es más nunca lo tutee.

En el sexo lo mío es más natural, más tradicional, yo soy chapado a la antigua. Nada de disfraces y nada de juguetes sexuales porque me disminuyen como hombre. Hay algo que me enorgullece: nunca usé viagra y doy mi palabra de honor que nunca me hizo falta porque soy muy calentón. Tampoco necesito de las películas pornos para calentarme, yo solo estando con las mujeres me caliento.

Yo tengo sexo una vez por semana no puedo pasar más de cuatro días porque me vuelvo loco. El mayor tiempo que estuve sin tener una relación fueron los 61 días y 4 horas que estuve el country. Lo más increíble es que nunca he pagado por sexo a una mujer y como premio terminé pagando una fortuna. ¿No es raro?.

Alberto Castillo se había detenido en el tiempo, vivía en una burbuja, se había quedado en la década del 40 cuando era una super estrella nacional. Para él nunca existió el paso de los años, el almanaque se la había quedado en esa época. También era un tipo muy especial, cuando muere su madre estábamos todos compungido en el cementerio y al lado nuestro llega otro cortejo fúnebre con un cajón chiquito. Y Castillo, que siempre hablaba, dice “pobrecito morirse tan chiquito”. Y salta otro que estaba en el cortejo y le dice: “señor Castillo, no es un chico, es una enano”, y entonces Castillo le dice: “sí pero alguna vez fue niño también”.

Nunca estuve con gatos. La gente dice que estuve con gatos pero yo cuando estaba con ellas no pensaba que eran gatos. Después me di cuanta que sí. ¿Hace falta que de nombres?. Yo prefería que no, a ver si me arañan desde lejos.

Silvia (Suller) empezó en Grandes Valores como secretaria haciendo girar una ruleta. Me mató desde el primer instante que la vi. Era una mujer bellísima, delicadita. Una belleza de pendeja, tanto es así que le decían la Brigit Bardot Argentina. Bah, era todo lo contrario de lo que es ahora.

La primera que hice el salto en Feliz Domingo, fue cuando abrió el cofre de la felicidad un colegio muy humilde y como me puse tan contento que ganaran el viaje que pegué un salto impresionante. Al otro día voy a cargar nafta me dicen “como saltó anoche”. Voy a comprarme una ropa me dicen “como saltó el domingo”. Así durante toda la semana. Entonces dije esto es negocio y empecé a hacerlo todos los domingos.

martes, 12 de junio de 2007

Locos por la Harley

Publicado en la revista El Planeta Urbano

Haciendo camino al andar
Disfrutan de las rutas como nadie, poderosos arriba de una Harley. Se juntan para viajar por todo el país y rediseñan sus motocicletas según el estado de ánimo. Dicen que por donde pasan ya nada vuelve a ser igual.

El sonido abrasador de una Harley es inabarcable. Cada resonancia del motor es limpia y diferenciable de la otra. Atrás de unas cuantas originalidades más se esconde una tribu de exquisitos seguidores que rediseñan sus Harley según el temperamento. “La última vez que la ví era blanca. Y ahora está pintada toda de rojo”, dice sin asombro Marcela Porchieto hablando de la motocicleta de su amigo Arnedo.
Hay una imagen estereotipada del harlero que difiere con la realidad. Las constantes en el perfil del motoquero lo emparienta con la rebeldía, la vida del rock y, tal vez, algunos vicios. En definitiva un motoquero estereotipado es aquel que camina las rutas paralelas buscando su propio destino. Un harlero puede ser eso y también mucho más.
Juan Carlos Tiebout es un hombre flaco y enérgico. Mañero con los detalles de la moto, viste más bien un look de jean y camisa urbana. Muy burgués. También es un jubilado de 76 años que en agosto de 1947, cuando tenía 17 años, se compró la primera Harley. El cuñado se la trajo en barco de Estados Unidos: “esa es mi primera moto y también una de las primeras Harley en el país”, dice el harlero que ya tiene en el resguardo de su casa de Becar a tres motos más.
“Siempre me gustó la mecánica. Al principio era ciclista hasta que apareció la moto en mi vida. Ahora sin dudas digo que es una situación distinta a todas. Es dominar la ruta y el tiempo. Sentir el sol, el viento y la lluvia. Aunque también es sufrir”, agrega Tiebout.
El veterano es uno de los pocos en darse un autentico gusto, digno de envidia entre los demás: es electrotécnico y a sus motos no se las toca nadie más que él.
A pronta vista un harlero parece siempre estar posando como en una vidriera, en una actitud de pecho inflado que explota cuando está arriba de su Harley. Una buena forma de empezar un dialogo con ellos es hablando de las bondades mecánicas de su motocicleta.
En el año 54 Tiebout sumó a su vestimenta un pantalón y una campera de cuero. El desafío que enmarcaba la incorporación del vestuario era cruzar por primera vez la cordillera de los Andes. “En mi caso el cuero me protege del frío, del calor y de los raspones. Por eso es necesario e imprescindible”, dice asegurando que aquellas mismas ropas siguen actuando a pesar de que el cuero esté mucho más duro.
Más allá de las rutas, los retos cotidianos de un harlero transitan primero por sobrevivir al caos vehicular que le ofrece, a modo de menú desagradable, la jungla de cemento porteña. Sus primeros enemigos son los automovilistas, los colectiveros y los taxitas. En tanto que se muestran aliados con ciclistas y peatones. Piza hace tiempo que no maneja su Harley por la ciudad porque se siente inseguro: “el automovilista es irrespetuoso para el que va caminando y para el que va en bicicleta, pero mucho más para el que va en una moto. Y si encima si tenés una Harley más de uno si puede te tira contra el cordón”.
Sebas Piza es un verdadero hombre de la city actual. Viste un armonioso traje gris que deja relucir unos lustrosos zapatos negros, aunque recién está completo cuando se sienta arriba de su motocicleta. Se lo nota preocupado dando vueltas alrededor de su Harley afectada por una corta caída sobre el asfalto de Mendoza. Hace una hora que salió de la oficina del microcentro, donde trabaja como abogado, para seguir en primer plano la evolución de su moto.
Ni Tiebout se parece a Peter Fonda, ni Piza se asemeja a Denis Hopper, los interpretes de la iconográfica película sobre motoqueros “Buscando mi destino”, pero el romance entre el hombre y la moto se percibe en cada uno de sus movimientos. “Algunos dicen que es un sacrificio viajar hasta Mar del Plata. Pero yo viajo, llego y cuando me bajo parece que hubiese estado en el sillón de mi casa”, explica el experimentado Tiebout.
El galanteo entre un harlero y su moto se transmite en admiración, en miradas precisas y detallistas, en presunta indiferencia ante otra Harley. Con esta actitud se para Marcela Porchieto al lado de su Harley Sporster 883. “Yo aprendí a manejar con esta moto. El poder que sentís arriba es impresionante, a mí siempre me gustó de chica. Yo podía elegir entre un auto o una moto y elegí la moto, después con el tiempo descubrí los encuentros de motos y me gustó mucho más. El grupo de gente que se arma es fantástico”, dice la mujer.

Todos al diván
La Harley cura: “los quilombos que uno tiene encima te los olvidás porque estás concentrada en el ruido de la moto. Te evadís de todo. Yo en vez de sicólogos me subo a la moto y ya está”, se sincera la ama de casa y mamá Marcela Porchieto. Todavía está reocupada porque una mancha de aceite la hizo caer de la moto junto a su hija de 10 años. La chica se esguinzó el pie y no quiere saber nada con volverse a subir a la Harley. “Ya se le va a pasar”, dice la mamá enfundada en una campera de cuero negra.
“Me encanta el poder que te da”, explica Porchieto que cuando no tiene nada que hacer se aferra a su maquina de cocer para armar almohadones, artesanías y carteras.
“Andar por las rutas es una sensación de libertad total en la que te conectás con vos mismo. Estás solo con los pies a 20 centímetros del piso y a 140 kilómetros por hora. Solo vos y el asfalto”, dice Sebas Piza. Sigue: “te quedás en tus propios pensamientos enfrascado en vos mismo. Para mí subirme a la moto es como ir al psicólogo. Yo cuando ando en moto me olvido de los problemas personales, de la oficina. Ese día se me alegró la semana. Yo cuento los días para que llegue el fin de semana para subirme a la moto y andar”.
A modo de terapia grupal los harleros organizan salidas en conjunto, unas excursiones que los llevan a diferentes puntos del país. Es impactante ver a una ciudad paralizada por harleros que desfilan por sus calles al compás del ronquido de los motores.
“A la ciudad que vas se para todo, la gente se agrupa para sacarte fotos, te hacen reportajes. Es la vanidad que tenés adentro pero realmente te sentís importante. Después a la noche salimos a los boliches todos juntos”, dice Piza.
Dentro de los harleros –se juntan alrededor de 200 en cada encuentro- están los más viejos, los que andan más rápidos, las mujeres y los más jóvenes, aunque estos dos últimos grupos son los más reducidos porque la mayoría ronda los 50 años. “Yo al harlero argentino lo veo como un tipo muy macanudo que decidió gastarse el dinero en él, porque en definitiva es un regalo medio egoísta que solo lo disfruta el conductor. Es su chiche”, asegura el joven abogado.

Bicho raro
Beltrán Arnedo podría ser tranquilamente el hermano de Mickie Rourque. Pero es el hermano de Diego Arnedo, bajista de Dividos. Hace 35 años quedó impactado ante una Harley que vio pasar por la esquina de su casa. Unos años después la volvió a encontrar en una película. Ya de más grande se la compró.
“Es como una terapia, hay gente que hace análisis, hay gente que se medica, hay gente que usa drogas. Arriba de la moto la concentración tiene que ser ciento por ciento porque no tenés tiempo para otra cosa. En una auto vos disfrutas del paisaje en cambio en esta moto vos sos el paisaje”, dice Arnedo.
Aparte del cuero, el harlero maneja desde camisas, remeras, encendedores y prendedores -todos con motivos Harley-, hasta accesorios que cuelgan de sus motos. Marcela Porchieto modificó el asiento, los amortiguadores y el color gris actual ya suplementó al fucsia, y al rojo de tiempos pasados. “Me gusta personalizarla. Lo bueno es que podes modificarla y nunca te cansas”, dice la motoquera.
Inevitable es que no dejen sus huellas por donde pasan. La tribu harlera será siempre particular. “La gente te mira de todas las formas. Con miedo. Con bronca. Con asco. Con admiración. Movés emociones. Seguís siendo un bicho raro”, sentencia Arnedo.

lunes, 11 de junio de 2007

Top 9 a Miguel Mateos

Publicado en la revista Hombre

Top 9 de Miguel Mateos

Un ring en el teléfono de Miguel Mateos –icono del pop de los ochenta- a medianoche para que nos tire para arriba su top 9 de imperdibles. Venga lo que venga para bien o mal… eso sí, ¡se recomienda a si mismo y sin ponerse colorado!


“Please, please me”. (The Beatles).
Este disco de los Beatles es los primero que escuché dentro del rock. Como era muy chico en esa época escuchaba música escondido debajo de las frazadas para que en mi casa no se dieran cuenta. Me acuerdo que me lo compré una vez que salí de la escuela.

“Huevos” (Miguel Mateos).
Ese disco salió a finales de la dictadura militar. Veníamos del proceso militar y de Malvinas y en sí representa parte de la recuperación de la identidad Argentina. Tiene mucha agresividad comprimida. Uno de mis hit que también marca la recuperación de la democracia es “Tirá para arriba” aunque en un tono más esperanzador.

“Pisanlov”. (Miguel Mateos).
Es el único disco que no pude editar en la Argentina porque me lo censuraron por una supuesta agresividad. Estábamos en pleno gobierno de Menem y yo desde el exterior le canté a la hipocresía y al engaño que vivía la gente aquí. De ese disco se desprende “Los argentinitos” un tema que describe muy bien lo que sucedía.

“Artaud”. (Luis Alberto Spinetta).
Es un disco muy crudo porque es solo él y una guitarra, es como la esencia misma del músico. Yo siempre digo que soy músico gracias al flaco, crecí escuchándolo. Tampoco puedo olvidarme de Charly García y Los Gatos como influencias.

(Los Tipitos).
Es una de las bandas argentinas actuales que más me gusta porque respeta la tradición musical del rock. Forman parte de los grupos que hacen una recuperación de la formación original del rock: una guitarra, un bajo y una batería. Bandas como The Strokes, The Vines y Limp Bizkit son grupos de afuera que también son muy rockeros.

“Blue”. (Joni Mitchell)
No soy de esas personas que cuando están mal escuchan música para levantarse o para bailar. Prefiero ir bien al fondo sin términos medios y ella en particular me ayuda.

(L. V. Bethoveen)
Por su organización orquestal la música clásica es la verdadera esencia de la música porque el contenido se lo pone el que la escucha. Cuando me voy de gira elijo música para llevarme que me de otro tipo de vibración, que me baje de los recitales y de los viajes y lo clásico me da la libertad de interpretarla a mi modo.

“Reality” (David Bowie).
Es uno de sus mejores discos, sino el mejor. Del 2003 fue lo más valioso, tiene siete canciones que son antológicas. Junto a Hendrix, Zeppelin y Stevie Wonders son los artistas más influyentes en mi carrera.

“Uno”. (Miguel Mateos).
Es el disco que está por salir. Todo lo que escribo es cierto porque son canciones personales. Estoy pasando por una etapa muy hedonista y el disco tiene mucho de darse placer, de gozarse y de cuidarse a uno mismo. De ahí el nombre.

domingo, 10 de junio de 2007

Como ciego en cita a ciegas


Publicado en revista HOMBRE

Como ciego en cita a ciegas

Ahora que tiene carnet de conducir Esteban Peñin (ciego) podrá llegar más pronto a sus citas a ciegas. Como el mexicano Speede Gonzáles, promete ir tan fuerte que ni se lo va a ver. ¡Un gran saludo a Esteban por su buena onda!


Esteban Peñin es un joven que no llega a 30 años que vive en pleno centro de Floresta, en una habitación que tiene prohibida la entrada del sol. Tuvo su momento de fama a fines de los 90 cuando se convirtió en el primer conductor ciego de la televisión. Y volvió a la fama hará cuatro años atrás cuando en el programa de Andy Kusnetzoff salió al aire pidiendo un registro de conducir que se lo dieron pese a ser ciego.
Pero su historia dice que dejó de manejar la camioneta de la familia a los 16 cuando su padre se cansó de que no esquivara un solo pozo. Al año perdió totalmente la visión. Después se puso de novio con una chica ciega y condujo un programa de televisión en el que hacía de él mismo: de ciego.
Con la ayuda del programa de Andy, Esteban hizo realidad el sueño del carnet de conducir propio. “Manejar para un ciego es como sentir que podes romper los límites”, le dijo a Hombre.
Como no es legal que un chicato conduzca se hizo de un comprobante trucho y ahora promete ir por la 9 de Julio a 13 km sin respetar ni un solo semáforo. “Ya van a ver quien soy yo”, dijo furioso golpeando la mesa.
Desde hace tres meses está de novio con una joven vidente, peluquera y de 29 años que conoció a través de una línea telefónica de encuentros. “Después de diez charlas la invité a encontrarnos y el lugar elegido fue el anden 8 de la estación de trenes de Constitución”. Tardaron varios minuntos en darse cuenta que estaban uno al lado del otro. “Yo no me animaba a hablarle y ella como no sabía que era ciego no se acercaba”.
La mujer fue al frente, y tras asombrarse de que Esteban dezplegara su bastón blanco, se enamoró a pronta vista. Él, tardó un poco más.
En un momento de distracción le tomamos prestado del escritorio su lista de consejos para engancharse a una mina por teléfono. Si Cupido lo viera:
· “En la presentación no te tires abajo, dejá que ella conozca tus defectos personalmente ... yo, por ejemplo, no le dije que era ciego pero ella tampoco me dijo como era físicamente, mirá si era un bagarto”.
· “Para no arrebatarla al menos tenés que llegar a las cinco charlas antes de proponer el encuentro. No te desesperes, a mí me llevó más de diez llamados hasta que se dio juntarnos”.
· “No le hablés de sexo de entrada. Hay que hacerse el tierno aunque la que esté del otro lado sea una pesada ... ¡yo me hice el amigo gay y quedé como una dulzura!”.
· “Invitala a un recital o a cualquier otro lugar con onda para pilotear los baches de silencios. Yo la invité a ver Lerner y la maté”.

Eso sí, de casamiento ni hablar. Cuando ella le toca el tema él se hace el sordo y no quiere ni mirar, igual para lo que hay ver.

Eso sí, cuando le contamos que hay un refrán que dice “ojos que no ven corazón que no siente” se quedó preocupado viendo la posibilidad de que su novia le sea infiel con algún cliente de su peluquería.

sábado, 9 de junio de 2007

Juan Darthés


Solo contra todas

Ser un galán de novelas suena tentador para cualquier hombre. Pero ¿qué hay detrás de un macho cabrío al que buena parte de las mujeres desean y no pueden tocar? Con ustedes Darthés: actor, cantante y macho a ultranza.

Por las mañanas apenas se despabila toma un café puro en la mesa de su cocina, que tanto ama. Si su señora y sus hijos ya están levantados comparte el desayuno con ellos. Sucede que el café durante el día tiene el poder de manipularlo en cada momento libre, es que sin ton ni son se autodefine gustoso del café, de su momento de abstracción y de la charla que bordea a la taza.
Juan Darthés, o la imagen de un hombre sencillo, es por sí solo una marca nacional de galán, aunque él luego avise que nada le gusta el mote. A la sesión de fotos llega con un agua mineral chica que la mantendrá destapada hasta bien entrada la entrevista. Estamos en un break de las grabaciones de su novela “Se dice amor”, dentro de los estudios de Telefe, observando a unos metros la observadora casa del Gran Hermano.
“Lo mío no es una pose, macho, yo soy así soy natural. No fabrico nada, estoy cómodo así y eso se nota desde abajo del escenario. La autenticidad es algo que la gente compra en todos los ambientes. Te doy un ejemplo: hasta en los chicos que están en los semáforos pidiendo plata te das cuenta quien lo hace con ganas y quien no. El otro día uno jugaba con una pelota y lo hacía con tantas ganas que después todas las personas de los autos le dieron monedas. Lo autentico, en todos los ámbitos, compra”.
Mientras posa para las fotos saluda a casi todos los que pasan por el lugar. Bromea junto a un técnico de TV, halaga la delgadez de una maquilladora y, ni por un segundo, pierde su estampa de enamorado de barrio. “Yo soy de Temperley, como te lo puedo explicar. Lo mejor que te puede pasar es tener amigos en todos los ámbitos sociales, yo soy amigo de los directivos del Canal, de los utileros y de los cámaras. Yo me siento cómodo con el ser humano, me sale así. Pero te digo que hasta es lo más inteligente, todos estamos colgados de un hilo, todos tenemos que ver unos con otros. Es inteligente mirar al otro y no verlo desde su lugar”.
Hijo de un papá cantante de tangos y una mamá actriz, Darthés de chico supo moverse con cautela dentro del cosmos que protege al arte. Hoy reparte su vida profesional entre la actuación y la música. “Mis padres nunca me vendieron que la profesión del artista iba a ser fácil”, dice.
Bueno, elegiste las profesiones de tus papás. Un buen combo para analizar por un psicólogo…
Juan Darthés: será por eso que nunca fui a un psicólogo. Me parece que lo mío no tiene solución. Creo, también, que es bueno aprender de gente que vivió de eso, que sabe de qué se trata, y que te dice que no todo es un juego, y que la actuación no es la fantasía de levantarse mujeres.
¿De chico fuiste de los que animaban las fiestas familiares?
J. D.: No, para nada. Nunca fui un niño prodigio de esos que animan fiestas. Recién cuando terminé la secundaria empecé a estudiar en la escuela de Arte Dramático, siempre supe a través de la enseñanza de mis padres que nada iba a ser fácil, porque es una profesión cambiante y tenés que prepararte todo el tiempo.
Y ¿cómo fue tu adolescencia?
J. D.: Me gustaba mucho el fútbol. Llegué a probarme en la Quinta división de San Lorenzo, pero no anduve. Ponía sangre y corazón pero me faltaba talento. Por lo demás mi vida la de un pibe normal de barrio que buscaba el mango para ver si podía safar. Laburando siempre.
¿Hasta con las mujeres? o ¿siempre fuiste un hombre codiciado?
J. D.: Siempre tuve que laburar mucho con las mujeres. Nunca fui un tipo de ojos celeste y rubio, lo que pasa es que la vida te va enganchando y me fui dando cuenta que podía ganar desde la sinceridad. Pero claro, alguna vez que he perdido y no fui correspondido por amor porque estoy mucho más allá del imaginario o de las fantasías. Uno sufre todo el tiempo y necesita ser amado y amar.
¿Cómo definirías a tus personajes en la tele? ¿Cómo es un galán pasa vos?
J. D.: Yo nunca fui un galán porque creo que el término ya de por sí solo es muy amplio. Hoy tener pose de galán es demodé, lo que vende ahora es la naturalidad. Por ejemplo, el personaje que estoy haciendo de Bautista en la novela del mediodía, al contrario de lo que sucede con los galanes no la tiene para nada clara. No conoce mucho de lo que pasa a su alrededor y es un tipo débil con sus sentimientos, que duda como todas personas normales.
Te gusta más el perdedor…
J. D.: A mi me parece que el perdedor gana mucho más que el ganador. Nunca creí en un ganador que funcionara, yo no me identificaría con un ganador que cree que tiene todas las minas encimas.
¿Y como es trabajar en televisión?
J. D.: La televisión es un producto mucho más masivo, donde hay mucha profesionalidad, pero a la vez es más frío que estar sobre un escenario. Yo hoy tengo que grabar 40 escenas por día, y me tengo que saber la letra, y tengo que saber bien donde ponerme y a la vez encarnar a un personaje al que no sé que es lo que le va a pasar al otro día.

100 mujeres y un camino.
Al contrario de muchos de sus colegas, Darthés no hace de su camarín un bunker de batalla. No cuelgas fotos de sus ídolos, no se nada con cábalas, ni tiene su rinconcito sentimental con sus hijos según pasan los años. Ni de cerca es una transportación de su casa. A lo sumo cuelga una foto de la Virgen María, las fotos de sus dos enanos (léase hijos de 6 y 9 años) y la foto de su mujer, que desde hace 12 años lo acompaña en el compromiso. Es que Darthés toma el camarín como un lugar de paso, nada más.
Menos aún cuando se va de gira con sus tangos, candombes y boleros. A los 41, este hombre que nació y se crío bien al sur, en Temperley, recorre ahora el país con su segundo gran gusto: la música. Cuando la revista esté en la calle estará tocado en Mendoza, San Luis y en el Torcuato Tasso en Buenos Aires.
Acompañado con un grupo de exquisitos músicos llamado Tango Loco -que se destacan en interpretaciones tangueras de canciones de Los Beatles-, en el escenario Darthés no es el mismo que está en la pantalla de la novela. Ya no dice las palabras justas, ni anda besando enamoradas. Desacartonado, en el escenario, Darthés se desprende la camisa y sin ponerse colorado mueve la pelvis de un lado hacia al otro, logrando como resultado un alboroto femenino en forma de griterío. Juega… histeriquea a las histéricas.
“Lo mío más que una histeria es seducción”, cuenta. “Este juego de seducción lo aprendí de la mujer. En este cabalgar de la vida he pasado por muchas situaciones arriba de un escenario, entre ellas, la de hacer una comedia musical personificando a Fellini con doce mujeres y yo solo como hombre arriba del escenario. Y me di cuenta de la energía que tiene la mujer, de que también está mucho más predispuesta para el juego que el hombre. Y este juego de seducción lo que te permite es que te mandes sin miedos, entonces te podés hacer el seductor y a lo dos minutos contar lo que te está pasando, hacer un cable a tierra y ser sincero a la vez. Yo cuando apenas piso el escenario con mi espectáculo le digo al público: “la vida es un juego, vamos a jugarla”. Y eso me ayuda a no creérmela.
Desde el escenario llega un mensaje positivo y bien argentino. ¿A dónde apuntas?
J. D.: Yo quiero que la gente que venga a mi recital salga con una energía positiva porque a pesar de todo los que nos pasa, vamos para delante. Entonces canto “Naranjo en flor” desde otro lugar y a pesar de que la letra dice “primero hay que saber sufrir, después amar, después partir”, está la vida y lo positivo. Y eso le da a lo que canto un sabor especial. Mi particularidad es que tiro el tango desde otro lugar.
¿Y no le das al tango una mirada más light, menos profunda?
J. D.: No, porque cuando se tiene que decir algo, se lo dice desde ese lugar. Yo cuando te canto “Con las alas del alma” te pego donde te tengo que pegar. Y si te canto “Pasional” quiero que te calientes, no quiero que te pongas a llorar. No por profundo hay que hacer un pozo.
Sos una especie de cantante patriótico…
J. D.: Yo no soy argentino desde el patriotismo ridículo y barato. Creo que hay gente muy buena y que hay mucha prensa para la gente trucha. Vos lees el diario y parece que todos fuéramos unos truchos y, sin embargo, hay mucha gente que labura porque sino no estaríamos donde estamos. En el fondo el argentino es buena gente, me gustaría que en algunas personas lo bueno no estuviera tan al fondo.
Dirá también que ama las provincias y a su gente. Y otra vez insistirá, como cual gobernante optimista, en que los argentinos debemos convencernos de que podemos, porque cuando nos brindamos lo hacemos de verdad.
El break entre medio de las grabaciones no da tregua, debe volver a lo suyo: entonces conquistará, sufrirá y se enamorará. Este Juan Darthés, que produce amores repentinos en formato de hombre sencillo, se va como vino, caminado canchero y repartiendo saludos hacia todos los rincones. Es que al fin y al cabo será como él dice y todos seremos artífices de nuestro propio destino.

Grupo Catalinas Sur


Historia de una utopía

Catalinas Sur gestó al teatro comunitario en todo el país. Desde La Boca llenan todas las funciones con una obra que despliega el devenir de la historia argentina. Conocé a estos vecinos que apoyados en la unión hicieron realidad sus sueños.

Se abre el telón. Primer Acto.
Todo nació como nace este tipo de iniciativas: con la fuerza de un grupo de emprendedores que, es este caso, imaginaron al teatro como un espacio que fuera un vínculo de comunicación efectivo y público.
Cuenta la historia que fue a principios de 1982 cuando un grupo de vecinos que se reunía habitualmente en la plaza Islas Malvinas, en La Boca, para organizar mantenimientos edilicios en el barrio y exposiciones de artistas, decidió formar un taller de teatro. Ahí mismo convocaron a un director teatral uruguayo llamado Adhemar Bianchi. Así comenzó el viaje.
“En un principio a los vecinos les daba mucho miedo ir al plaza y actuar, nos decían “¿yo actor?”. Pero después fueron ellos mismos los que no querían dejar de estar en ninguna obra”, cuenta Cristina Paravano pionera de Catalinas Sur.
Segundo Acto. “Cuando hicimos la obra “Venimos de muy lejos” en 1990 y tuvimos tanta repercusión me dije: esto es más importante de lo que pensaba”, dice Cristina. Así se sucedieron las distintas obras que desde Los Comediantes, estrenada en 1983, hasta El Carnaval Veneciano, de 2004, llagaron al número de 15.
Tercer Acto. En pleno 1997 el grupo Catalinas alquila un galpón a unas pocas cuadras de la plaza Islas Malvinas, en la Boca. Después de dos años lo compran y, de pronto, Catalinas tiene una casa propia con gradas para 300 personas, cantinas, camarines, un sistema de iluminación, pasarelas, aire condicionado, y más …
Cuarto Acto. Así llega “El Fulgor Argentino, Club Social y Deportivo”, la obra de insignia del Grupo estrenada en 1998. Basada en la película de Ettore Scola “El Baile” -donde se cuenta la historia de Europa desde un salón de baile-, la obra de los Catalinas cuenta la historia argentina desde el salón de baile llamado “El fulgor argentino”.
“Ya salimos en los diarios, en la tele y en la radio, pero no nos la creemos” dice una Cristina Prirovano -ya caracterizada- en el inicio de la obra. Los resultados: todos los sábados llenan su teatro y para reservar plateas hay que hacerlo por lo menos con un mes de anticipación.
Quinto Acto. “El arte es un derecho de todos. Todo hombre tiene un artista dentro sólo hay que darle el espacio para que se exprese”, explica Adhemar Bianchi, director teatral de Catalinas. “Entonces nos dijimos: si nosotros lo hacíamos también lo podían hacer otros. Y nos fuimos barrio por barrio animando a otros vecinos y contándoles de nuestra propia experiencia”.
De su impulso nacieron 25 grupos en Capital y en el interior del país que hoy ya tiene independencia de Catalinas y que se presentan sus propias obras con su temática particular.
FIN

El mensaje de los nadies
“Nuestros espectáculos tienen mucha música y la gente descubre un día que sabe cantar y actuar y que detrás de todo hay una vocación. Por ejemplo, hay gente que nunca había abierto la boca y de pronto fueron solistas”, cuenta Paravano.
Pero ¿qué es el teatro comunitario? Principalmente grupos de contención y estímulo, que tienen bien en claro que las obras que presenten deben ser un vehículo artísticamente adecuado, entretenido y bien hecho.
Y sigue: el progreso en un actor de teatro comunitario no solamente se mide por los avances actorales, sino también entra en la balanza los progresos personales de cada uno. Entonces lo que se aplaude es la manera de expresar las emociones y la soltura que cada uno va tomando en el escenario.
“Acá no importan las edades. Vienen desde niñitos hasta una mujer de 86 años. Inclusive hay una guardería para los más chicos. El compromiso es tal que para muchos de los que formamos Catalina, el grupo es nuestra vida”, dice Cristina.
Entonces los sueños de alguien que nunca se había animado a se artista toman forman. Y en la alianza, como Adhemar Bianchi, gana el nosotros en lugar del yo.
Y rueda sobre el aire de La Boca la palabra utopía. Una y otra vez se sienta en las escalinatas del teatro. En cada uno de los espectadores que aplaude emocionado a los 100 Catalinas que acaban de dejar todo sobre las tablas. Suena la palabra utopía del mismo modo en la boca de Cristina, y también en la de Adhemar. Pues seguro de eso se trata: de concretar utopías, de no olvidar, y de creer en la posibilidad de un mundo mejor.

Kitesurfers en el río

Publicada en revista El Planeta Urbano


Estar cerca del cielo

Alejarse del mundillo cotidiano corrompe a la rutina. kitesurf a orillas del Río de La Plata. Agua, viento, aire.



Con los pies embarrados por la playa -salpicada de agua y tierra-, se preparan los primeros kitesurfer llegados de las arterias que unen a los extensos bloques de cemento, donde no hay espacio entre unos con otros y las ventanas casi se comunican, dando lugar a una falta asfixiante de terruño propio. Con el apoyo contundente del Río de La Plata los muchachos y muchachas se disponen para la diversión, alejados del calor urbano.
Por Buenos Aires el kitersurf tiene reunión obligada en la zona Norte, tan próxima a la naturaleza. Allí llegan, despojados de maletines y de mejunjes de ejecutivos. Desarman los equipos de kite, ajustan las mayas y sus trajes de neoprene (los más sofisticados) y dejan, por fin, guardada hasta el lunes a la rutina fatídica en horarios.
Los más novatos juguetean con pararse sobre la tabla y navegar al menos por un rato, soñando algún día volar. Con sus cuerpos aún no bronceados aprovechan cada momento libre para la escapada hacia la costa del río. Llaman para preguntar si habrá viento y se vienen con la expectativa de aquel que descubrió una forma de huirle a lo mismo de siempre.
Francisco es instructor desde hace tres años: “el kite tiene potencia y adrenalina. Se puede volar y saltar, y cuando estás más adelantado podés manejar una cantidad grande de pruebas”. Se presenta con su traje de neoprene, sus anteojos de sol inmóviles, tres puntos en una primera caída, siete en una segunda y un diente delantero víctima de alguna de las dos. No obstante advierte que “no es un deporte peligroso, sino más bien divertido. Lo peor que puede sucederle a un aprendiz es confiarse. Por lo demás hasta los palos que te das son divertidos”.
Esta tribu no tiene edad, la integran tipos ya maduros y se destacan los más adolescentes: la campeona mundial es una española de 10 años. Para todo buen kitesurfer la ligereza y la elasticidad son primordiales para manejar con libertad una tabla de poco tamaño, y que hace de espera para la variedad de acrobacias. Según dicen los expertos el kite se aprende rápido en comparación con otros deportes por eso el progreso es constante. Para un novato, dos semanas de puro entrenamiento pueden convertirlo en una persona lista para el choque racional con el agua y el viento.
Para el director de la escuela Velavila de Puerto de Tablas, Hernán Vila, “es importante no perder el control, y manejar la potencia que se tiene en el agua. Muchos optaron por el kite porque por los vientos es más adaptable al Río de La Plata que el windsurf ”. Sentado, mirando al río, Vila cuenta “que es una de las mejores alternativas de Buenos Aires porque es super divertido y se práctica en esta zona que es de otro planeta con paz, naturaleza y desenchufe”.
Otra de las virtudes del kite es que puede ser practicado tanto en mar, lago o río. Punta Rasa, cerca de Villa Gesell, es uno de los lugares elegidos. También los son Punta del Este y, desde ya, Centro América donde el power de las olas enamora a todos.
Un aliado ineludible del kite es el viento. Por fin, el viento, personificado como el destino que dirá cuanto durará el regocijo. Su propia majestuosidad es la autoridad de esta práctica acuática, tras su grandeza se esconden los kitesurfer esperando, agazapados, reaccionar ante sus acciones. Mientras tanto el agua, siempre elegante, deja jugar al antirutinario representado arriba de una tabla, y aferrado a una barra con cuerdas que indican el camino hacia el cometa hinchado, siempre rozagante en el aire.
“Yo miro para la ciudad y me digo qué locos que están todos. El río es armonía y el kite una conexión con la naturaleza”, dice Vila desde Puerto Tablas.
La imaginación vuela y brilla en los saltos, punto máximo de la creatividad del kite. Tras cada movimiento de adrenalina viene otro que debe superarlo, ese es el summun que desafía a esta tribu sin edades ni sexo. “No somos muchas las mujeres que lo practicamos pero de a poco se están animando más. En mi caso el kite es como el paraíso que me aleja del infierno que es el afuera”, dice Jimena, madre de dos hijos windsurfistas. “En el agua estás vos sola, no hay nadie que te diga que hacer. Todo depende de tus decisiones”, desarrolla la mujer mientras que advierte con felicidad que el kite también la aparta por un rato de su marido.
La orilla, como toda antesala, alberga a los kitersurfer que no desaprovechan momento para observar el agua y hacer fuerza para que el viento se digne en presencia. También ese margen como lugar de reunión y armado de los equipos. Allí se comparten experiencias, se habla de las olas del caribe, de las nuevas técnicas y de los más avanzados kite, porque esta tribu es muy unida y si uno necesita subir su cometa al cielo allí estará otro corriendo a la par para ayudarlo. Es casi natural, pero no deja de asombrar la fraternidad entre tipos que en la semana diseñan planos o instalan programas de informática, sin tener la más mínima relación entre ellos hasta el sábado.
Ya lejos de la ciudad Gerardo, un analista en informática, infla los tubos de su kite: “este es mi mayor despeje. Para mí no hay nada mejor porque me saca de mi mundo. ¿Qué mejor despeje que este?, imagináte todo el día al lado de una computadora”, desafía sin tentar a nadie.
Como deporte llegó a nuestro país a finales de la década del 90 y hoy es un deporte extremo novedoso que se construye día a día como disciplina. Para ratificar el boom expansivo de esta tribu la Argentina ya cuenta con un exponente brillante llamado Martín Vari, campeón mundial en su categoría.
En los últimos dos años la tribu engrandeció su número y durante las tardes de fin de semana la escenografía del Río de La Plata no deja de sorprender con la cantidad de kite casi pegados entre sí: “por el viento el mejor momento para navegar se da a la 5 de la tarde. Igual a esa hora también se hace difícil porque nos juntamos todos y se pone un poco incómodo”, cuenta Gerardo que estrena con sonrisa pícara un kite de 1500 dólares.
Daniel Fioriti es uno de los pioneros. Empezó cuando apenas había dos kite en la Argentina: “lo descubrí en Hawai en el 97 y después lo seguí practicando acá todos los días. Yo siento que practicar en Buenos Aires me da la misma sensación que el ski en la nieve. Es como si te enchufaras con el ski y supieras que atrás de tu casa tenés una montaña para practicarlo”.
Los saltos pueden llegar hasta los 10 metros y la sensación de volar por el aire un puñado de segundos, de todas manera se vuela y es esa la sensación indescriptible por Daniel. “Lo bueno es que siempre hay algo para mejorar porque te da mucha apertura. Pero es la sensación de volar y navegar a fondo la que atrae”, dice el instructor que muestra un bronceado que data de tiempos lejanos como si el sol quemara todo el año. “Si bien es considerado un deporte extremo, si seguís todos los pasos de seguridad, sos prudente y siempre estás un cambio abajo de lo que podés dar nunca te va a pasar nada. Las normas de seguridad deben ser respetadas por uno mismo y por lo demás”, dice el instructor.
El atardecer de un día soleado deja plasmada su puesta por sobre los muchachos que caminan Puerto de Tablas. En fin, nueva excusa para volver a observar el cielo. Algunos kite todavía navegan chupándole los últimos vientos al río. Desarman los equipos y se visten para la urbanidad. La rutina asoma sus sonrisa amarga y predica a trabajar, a estudiar y ... a pensar en el sábado que viene.

Manuel Moretti

Publicado en la revista Planeta Urbano


Nosotros que nos queremos tanto


Psicodélia en la traslasierra, jeanes tirados en el suelo, un resto de vino tinto y un puñado de drogas. Los Estelares y Manuel Moretti prendieron el ventilador con sus canciones de amor, cine, locura y muerte.
Dijo el entrevistado:
Hola Diego!
la nota esta impecable de verdad me gusto
lo unico que me sorprendio no muy gratamente es el cierre.
digo lo del mundo de las chicas y demases, me parecio innecesario respecto de todo el color de la nota.
por lo demas esta muy bien!!
Abrazo
Manuel


Unos tipos muy comunes sentados en el cordón de la vereda, mientras silban, se ríen un poco, hablan de chicas, escritores, músicas y viajes. No hay más que un saco, y unos cuatros jeans gastados, dos camisas y dos t- shirt ajustadas a la moda de hoy. Cuatro tipos cualquiera que hace una década se juntaron para hacer música en la más joven de todas las ciudades: La Plata. Dos guitarras, una bata y un bajo son Los Estelares, entre juninenses y platenses. Les va muy bien por la ciudad de las grandes luces.
Hola: él es Manuel Moretti voz compositiva y alma de la banda Los Estelares. Son suyos los vaivenes de las voces de las canciones, y esas letras maniáticas que hablan del amor, del desamor, y de una clase alta enlujada por los buenos poetas, el ácido, el vino tinto y las canciones de Bob Dylan y Neil Youg. Hola a todos: son de la partida Víctor Bertamoni en guitarra, “Pali" Silveyra en bajo y Carlos Sánchez en batería.
4 discos, un poco tango, mucho de rock, melodías beatlemaníacas y guitarras machacantes. “Siempre quise que la gente se entere de qué canciones componemos y grabamos”, dice un Manuel Moretti de anteojos que se empañan rápido, pelo lacio entreacano y barba profunda. La escenografía del bar del Hotel Palermo, donde nos encontramos, le caen bien a sus palabras.
Pasaron unas cuantas rubias cervezas por la mesa. “Una vez me preguntaron: ¿cómo aprendiste a tocar la guitarra? Que se yo, man, tenía 20 años y me drogaba como un animal y agarré una guitarra y empecé a tocar tres cuerdas”.
Hoy más tranquilo, este trovador del siglo XXI, épico-melanco-argentino, a lo Favio, a lo Nino Bravo y a lo Jorge “Perro” Serrano, es un personaje mimado por la crítica que se empalagó hablando de sus cualidades compositivas y sus voces histriónicas. Su último disco, el de Los Estelares, “Sistema Nervioso Central”, cruzó el fango de lo desapercibido y pegó fuerte a través del tema “Aire” –el más autobiográfico de los temas de Moretti-, que los llevó como Drupis a aparecer en todos los canales de música y a sonar en las radios AM/FM. Esta es la última: Víctor Hugo Morales habló de ellos en su programa matinal por Continental. “¡Qué noble es la AM!”, dice Manuel.
Un día perfecto
Hay algo de clase, sin nariz respingada, en Los Estelares. Una clase alta que nada tiene que ver con el dinero o con el poder, si no enfundada en el esfuerzo de siempre querer ser más. De saber más de geografía, literatura y filosofía.
Se les viene encima una muy grossa: están nominados como mejor disco de rock en los premios Gardel, compitiendo con los Auténticos Decadentes y La Mancha de Rolando. Y después de 10 años en la ruta no está tan mal. “Es mi manera de vivir: si no escribo canciones es probable que me agarre neurosis y me tengan que internar. No tengo otra alternativa que escribir canciones, es eso o la enfermedad”.
En el camino colector de Moretti hubo 8 años de camarero en un restó paquete de La Plata, otros tantos cerca de las vías del tren sin un centavo en el bolsillo y con el marco de las gafas pegado con la Gotita. Noches con luces que se prendían a cualquier hora, y una buena dosis de droga que lo empujaban a componer sin saber muy de que se trataba. Un par de carreras universitarias asfixiadas y unas ganas locas de gritar “la imaginación al poder” en la mismas calles de la ciudad de Virus y los Redonditos de Ricota. Principios del menemato por acá, y el esplendor americano de la mano de bandas como Nirvana. En ese contexto de principios de los 90 emergieron Los Estelares con canciones tristes pero que nunca llegan a las lágrimas.
“Mi vida no pasa por tomar drogas pesadas. Ahora todo pasa por estar con amigos, hablar de poetas, de artistas, de música, mirar películas y estar colocado con un vino tinto de buena calidad: mi droga favorita”, dice Moretti, mientras bate su coctelera de favoritos que conjuga como si nada a Leonard Cohen, Miguel Abuelo, Spinetta y Manal. Y en la literatura están John Irving, Norman Mailer y los poetas malditos, por nombrar algunos. Todo un amor profundo por la palabra.
Y hay metas en la vida madura de este compositor que van más allá de hit radial. “Toda mi vida voy a seguir componiendo canciones. Me imagino mi vejez como un piano y una voz, siempre creando porque sino la vida se me torna oscura, eso lo sé por mi naturaleza”, dice.
¿Qué te inspira para las letras?
Observar en términos sicoanalíticos, sin intervenir. Que el sujeto tenga una dosis honesta inamovible, así compongo. Y caminando por la calle, por el campo. Hay tantas canciones que me vienen caminando, tantas melodías que me vienen caminando. Amo mucho la relación con la palabra, y siempre fui muy exigente conmigo mismo con pensar más y más.
¿Cómo definirías a tus canciones?
En este último disco no estoy tan a la defensiva en las letras. Debe tener que ver con mi paternidad –tiene una hija de un año que se llama Juana-, y con mis buenas relaciones. La vida para mí es: te haces cargo que es difícil y vas al frente, o te reservas que es difícil y vivís a la defensiva. Este disco es apostar a la vida: ok, ya sabemos que nos vamos a morir igual, bueno hagamos lo que podamos.
¿Y las melodías?
Tengo una relación muy directa con la melodía. Nada grandilocuente. La primera vez que escribí una canción no sé de donde me vino. Pero el oficio te da todo: hoy tiráme con un zapallo y decíme armá una canción en 5 minutos y yo algo hago. Y todo es por el oficio.
Una luz en plena noche
Los Estelares sacan de su baúl sideral un millón de amigos que los ensalzan, y que como devolución participan en sus discos y recitales. Andrés Calamaro, Jorge “Perro” Serrano, Pity Álvarez, algunos de la lista. Y el círculo cerró con los dos últimos discos –llevan cuatro-, Ardimos y Sistema Nervioso Central, producidos por Juanchi Baleiron: su toque le dio sonido, pureza y masividad a los discos.
Canciones de cigarros dormidos en la cama. Un almanaque que no corre, unos jeans en el suelo y una noche que termina trastabillando. Canciones de navidades en el campo, al estilo Neil Young, y unas copas con restos de champagne. “Una vez me dijeron que yo escribo oscuro, pero lleno de luz. Y creo que es un poco así. Buena parte de mis temas arrancan cruzados, pero terminan llenos de luz”, cuenta Manuel.
“En Córdoba dicen que tenemos un récord: después de Babasonicos somos la banda que más bellas chicas lleva a sus recitales”, avisa este ex devorador grupie, este ex mujeriego.
Y ¿cómo definirías a las chicas Estelares?
Nuestras fans son como nosotros: bohemias de clase media alta, con voluntad artística y responsabilidad de leer sobre geografía, filosofía y todo lo que se cruce. Hermosas, pero yo elegí estar de novio.

Carolina Fal

Publicado en el Planeta Urbano

El castillo de Carolina

Casi frágil, actúa desde la adolescencia y escribe en la madurez. Feliz siendo como es, gusta de la Argentina, el teatro y la música. Fal abre las puertas de su percepción, pero se reserva el derecho de admisión.

Brummmmmmmm. Coches, colectivos, bocinas. Brummmmmmmm. El bar de la esquina del Konex no da oportunidad a los oídos de los comensales. Mientras tanto la tarde marcha pesada, húmeda, y la lluvia amenaza con un atentado. Sin embargo, Carolina se acerca a la mesa de la entrevista; descalza, con dos grandes botas en las manos, un vestidito todo de blanco y una sonrisa sostenida sin esfuerzo. Tras el café con leche y el plato vacío de medias lunas el grabador espera hambriento.
“¿Cómo ando?. Muy bien, muy bien”.
Sensación primea: voz que disfruta de un principio de afonía. Sensación segunda: esa misma afonía amaga en unos años a convertirse en la voz de Graciela Borgues. Sensación tercera: ¿Qué une a estas dos mujeres?. Respuesta al acertijo: Carolina Fal escribió el guión cinematográfico de Monobloc y Graciela Borgués es una de las actrices principales.
¿Qué inspira a tu escritura?
Mi infancia. Para mí todo está ahí y no sé muy bien por qué. Juro que no es a propósito pero cuando termino de escribir me doy cuanta de que todo salió de mi niñez. Hasta la música que me gusta tiene que ver con mi infancia. No sé bien la razón aunque supongo que es la etapa más fuerte, donde todo se forma y con el tiempo uno se transforma en la persona que es de grande.
¿Cuando despertaron las ganas de escribir en un papel?
Yo creo que empecé a escribir porque no podía dormir, se dio en mí por no saber que hacer. En mi caso la escritura no va separado de la actuación y en el fondo cuando escribo siempre termino haciéndolo sobre las mismas cosas y cuando actúo termino contando lo mismo. En definitiva creo que es mostrar tu mirada del mundo y compartir esa mirada con el mundo.
¿Cómo son tus momentos de escritura?
Generalmente por la mañana, acompañada por el mate. Cuando sé que voy a escribir al otro día me armo de una rutina, pongo el despertador a las ocho y no paro hasta el mediodía. Otra cosa que me ayuda es escuchar una misma canción todo el tiempo.
¿Y tu cabeza no estalla?
Siempre cuando escribo una historia lo hago escuchando una sola canción ininterrumpidamente, casi de manera enloquecedora. Mi formula es repetir, porque cuando encuentro que una canción ayuda a inspirarme no quiero alejarme de ella. Creo en la repetición y la saturación porque siempre sale algo.
Nació en Mercedes. Vivió en una quinta. En verano pileta. Por las tardes siestas. Calle de tierra. Colegio religioso. Llegó a Buenos Aires a los 15. Vivió con una tía y después con una amiga. Terminó el secundario viviendo en Buenos Aires.
“Los treinta están muy buenos, mucho que los veinte”. Añade: “siento que debo controlar mi fuerza emocional porque no está bien cuando se desborda ni por mí ni por los que tengo alrededor. Pero todo se va calmando con la edad. Este camino hacia los 40 está mucho mejor que el paso de los 20 a los 30. Pensé que no iba a ser feliz nunca y soy feliz ahora a mis 32 años. Pasé períodos muy grandes preguntándome si me gustaba la persona que era. Hoy en cambio estoy feliz porque me acepté y alcancé esta única meta.
¿Y qué papel juega la actuación en esta aceptación?.
Me da paz trabajar. Me encanta actuar y escribir. No sé hacer otra cosa más que actuar. Si me pienso fuera de la actuación me veo sólo madre, ni siquiera ama de casa. De chica no entendía bien por qué actuaba, yo estaba acá en Buenos Aires trabajando en televisión sin entender demasiado. Encontré el sentido de la actuación más de grande.
¿Y qué fue lo que hizo encontrar ese sentido?
Cuando entré en el teatro San Martín, ese fue el momento. Poco tiempo antes había intentado estudiar otras cosas, me había inscripto en varias carreras porque no estaba segura de ser actriz.
¿Qué limitaba verte definitivamente como actriz?
Quizás no podía creer que haya encontrado tan rápido lo que uno ama. Sentía la carga de que llegar a lo que uno quiere ser trae consigo sufrimiento, traumas y una búsqueda lenta. Pese a lo que siempre se piensa para mí la búsqueda no fue dolorosa, fue más bien suave, natural.
¿Y hoy como te ves?
Soy muy Argentina. Me cuesta irme, le tengo fobia a los aviones y me da mucha pereza viajar. Si trabajo afuera quiero volver rápido a Buenos Aires porque la música que me gusta es nacional y el lugar que amo es Buenos Aires. Si quiero ir algún lado me voy a Jujuy y no a Europa. Sé que seguro me debo perder de muchas cosas.
¿Supongo que debe haber algo que no te gusta de los argentinos?
No es algo talvez característico de este país, pero no me gusta que se sufra tanto. El trabajo de los chicos en la calle, trabajando como si eso fuera normal no me gusta. Igual no podría decir que no me gustan cosas de los argentinos, creo que somos víctimas de una situación un poco fuerte.
En cine debutó en “El caso María Soledad”. También como actriz se paseo por los más reconocidos teatros y en televisión apareció como la hijastra-amante de Ranni en “Zona de riesgo” y copó la pantalla del 2003 en “Resitiré”.
¿Qué aporta la televisión en la formación del actor?
La televisión me aporta mucho entrenamiento. A pesar de que trabajar más de 12 horas en la tele y el teatro es agotador, pero también es verdad que cuando más trabajo lo hago mejor. El vértigo y la vorágine de los tiempos me sienta bien, me gusta trabajar con la urgencia porque hace que las cosas salgan mejor. Preciso de la urgencia y la necesidad. Yo ya tengo la cabeza desordena, sí el afuera se ordena para mí, me ayuda un poco.
¿Qué tomás en cuenta para decidirte a interpretar un nuevo personaje?
En principio no me importan los lugares. Acepto las propuestas cuando veo si puedo hacerlo o no, sí puedo darle material a ese proyecto. Me pregunto si tengo sentimientos compartidos con la obra, si voy a entender lo que debo hacer. Suelo dudar en un principio, aunque cuando siento desde un primer momento que debe ser a la larga termino haciéndolo, pese a que en el medio lo ponga en duda.
¿Por quien soñás ser dirigida?
Leonardo Fabio sería mi sueño porque es el cine que más me gusta. Tengo una gran fantasía de lo que sería trabajar con él y me parecen increíbles como están los actores en sus películas. Me encanta el resultado y supongo que él debe ser una persona muy pura, y digo supongo porque solo veo nada más que el resultado. También me gusta porque describe mucho la infancia y es muy hombre, -levantando la voz y un tanto colorada por la confesión-, ¡lo amo!.
Remolinos
Su remolino actual la lleva a ensayar la semana completa en la obra “Electra shock” de Sófocles, dirigida bajo la impresión de José María Muscari. Por estos días también dice recibir a Electra en su ser casi constantemente y aunque aclara que le sucede siempre lo mismo cuando encarna un personaje, esta vez es especial. “Acepté el papel sin leer ni siquiera la adaptación porque quería trabajar con Muscari. Sentí que no podía negarme ante Electra y encima que la mirada insolente que le da José María”.
Promete una mirada irreverente ante Sófocles sin rendirle demasiadas alabanzas. La tragedia griega transformada en show y para ello Carolina debe actuar, bailar y cantar, pore ejemplo, “Biutiful People” de Marilym Manson. La cita es en Enero en Centro Cultural Konex.
Sensación primera: Carolina responde con seguridad. Sensación segunda: piensa, mira hacia el piso y contesta con frases estudiadas. Sensación tercera: no se divierte develando su intimidad.
¿Disfrutas de las entrevistas?
A veces me gusta. Antes me ponía muy nerviosa hacer notas porque pensaba lo que podría decir, y ahora soy esto que digo y esto que soy frente a vos en este bar, no tengo que estar nerviosa por nada.
¿Y como reacciones ante los malos comentarios?
No me gusta que hablen mal de mí aunque no respete a la persona que lo está diciendo. Todo el mundo no escucha a las personas que las critican, solo los actores tenemos esa desgracia, por eso trato de leer y escuchar lo menos posible. Trato de mantenerme al margen porque me parece más sano, aunque no es tan grave es como un cuchillito evitable.
Y para evitar los malos comentarios, ¿qué es lo estás reservando de contar en esta entrevista?.
Mi parte más vulnerable y mi inocencia, aunque supongo que todo se trasluce hasta lo que uno quiere guardar. Igual me parece que hay cosas que no está bueno compartir mediaticamente, ni siquiera con todas las personas que uno conoce sino solo con las personas que uno elige.
Se da vuelta y mira por sobre el respaldo de la silla a un amigo como pidiendo que tire la toalla. La entrevista ha finalizado porque se trasluce que ya no quiere decir nada más. A pocos metros los coches humean, son acelerados y frenados por conductores siempre apurados. Me invita a salir de su castillo con su gozosa sonrisa.

Dante Gebel

PUBLICADO EN LA REVISTA VIVA DE CLARÍN

¿Usted sabe con quien está su hijo ahora?

Dante Gebel convoca multitudes en los estadios más importantes de la Argentina. En sus shows combina un mensaje de acercamiento a Jesús con imágenes en 3D. Peleas contra ninjas que detentan el control de la juventud, y un próximo canal de televisión forman parte del mundo de este maestro del marketing de la fe que tiene como referente a Luis Palau.


Algo está pasando, para que negarlo. Es que no cualquiera llena las plateas, las populares y el campo del estadio River Plate como los mismos Rollings Stones o U2. No cualquiera nace con un programa nocturno en una radio barrial de Munro y se convierte, en siete años, en un líder de jóvenes que llena dos estadios de River, uno de Boca, otro de Vélez y varios Luna Park. Con este historial bajo el brazo, Dante Gebel se presenta ante todo el mundo y aclara: “yo no soy un pastor soy un Motivador de jóvenes”.
Es que, si bien es casi un desconocido para el mundo secular, dentro de la fe evangélica Dante Gebel es un verdadera predicador estrella, post moderno y de varias caras, que en su momento no fue bien recibido por la iglesia, pero que ahora no solo logró su respeto sino también su apoyo. Seguido por jóvenes y muy querido por los padres de estos que lo ven como un ejemplo, dentro del seno de Gebel hay una multimedio, una editorial de libros, una compañía discográfica, una revista, un programa radial y otro televisivo, y un futuro canal de televisión que piensa largar dentro de poco. Todo en el marco de un mensaje con retórica bien cristiana y evangélica.
“Yo no soy un loquito que habla por ahí y lo siguen cuatro, que me sigan setenta mil personas significa que hay una necesidad, significa que hay un hueco que llenar. Y ahí estoy yo”, cuenta Dante Gebel en su oficina. En las paredes de su productora, Linea Abierta, de dos pisos en el barrio de Constitución, entre fotos de sus dos hijitos y su esposa Liliana, cuelgan las tapas de sus libros, afiches de los mega shows, y algún que otro retrato de Gebel con personajes famosos, como Ricardo Montaner. En toda la productora la cara sonriente de Dante Gebel es una imagen constante que siempre está observando y acompañando a los empleados.
En el devenir de su vida, Gebel, casi cuarentón, de corte taza y aspecto frágil, se encuentra una infancia brava, y una adolescencia abúlica como consecuencia de, entre otras razones, un padre con serios problemas de alcoholismo y una madre a la que, de un día para el otro, le diagnosticaron cáncer. Y así como un personaje salido de sus libros y cuando todo parecía perdido, la familia de Gebel pisó la iglesia evangélica y de ahí en más todo cambio. Lo que se dice una verdadera conversión.
“Me defino como un motivador. Yo les digo a los chicos que se preparen, que sueñen y que crean en el país. Me pone muy contento recibir menajes de chicos agradeciéndome por haberles ayudado a recobrar la fe. Y les digo que redireccionen su vida, y les digo que Dios está para ello, te ayuda a ser mejor persona”, cuenta.
Pero atrás de este joven motivador hay todo un aparato marketinero ajustado a los gustos de los jóvenes. De esta manera cuando presentó el espectáculo “Misión Argentina” unos ninjas caían desde el techo del Luna Park armados con ametralladoras. Y cuando todo parecía perdido un Gebel encapuchado les da su merecido en una pelea colmada de efectos especiales y revolcadas aparatosas sobre el escenario. Y por fin, Gebel vence al último de los ninjas y el público estalla victoreando a su héroe, en una escena digna de Martín Karadagián en “Titantes en el ring”.
En su misma productora Línea Abierta se engendran los proyectos post modernos de combinar shows multimedia con mensajes de fe cristiana, sin ningún conflicto a decir de Gebel. De ahí mismo surgió la idea de que Gebel parodiara a Neo, de la película Matriz, para que pelee contra unos tipos vestidos de negro que representan a un supuesto sistema que quiere dominar a la juventud. La batalla tiene como trofeo ¡el futuro de los jóvenes!
“El joven es el target al que yo me dirijo. Para llegarle a la juventud hay que ir por el lado de la estima, por la falta de valores, por la necesidad de pertenecer a algo que te aferre a la vida, a una creencia”, explica Gebel.
- ¿No le da miedo que tantos jóvenes crean en usted? ¿No tiene temor de cometer un error y decir algo indebido?
- Me cuido mucho en lo que digo, de no cometer errores. El mensaje es motivacional, que a partir de vos creas en Jesús como algo vivo. Vos podes ser mejor persona, tu corazón puede ser distinto y tener otra escala de valores. No le hablo de Dios desde la religión, no les prohíbo nada porque las reglas de la religión están para romperse, yo digo que una vez que conocés a Dios no te va a costar serle fiel a tu esposa, porque lo que no hagas va a ser por amor a tu esposa y no porque es pecado. Yo quiero que los jóvenes conozcan a Dios de modo que no les cuentes ser buenas personas.
- ¿Y cómo convoca a la gente en sus shows?
- A través de una difusión que hago en más de 200 radios del país que me prestan gratuitamente sus espacios para que mi programa tenga aire. Y después las iglesias mandan a sus jóvenes a ver mis shows, los mismos pastores son lo que incentivan a los chicos a verme viajar desde todas partes del país.

Pasión de multitudes
Parece chiste pero justo frente de las narices de Dante Gebel, en su productora de Constitución, funcionan dos albergues transitorios del que no paran de entrar y salir hombres y mujeres. En su despacho de ventanal amplio sigue las jugadas: “yo siempre le digo a los jóvenes que regalar el sexo a cualquiera es regalar tu alma, yo creo que todas las chicas sueñan con formar una familia y con un hombre que las ame. El sexo es algo diseñado por Dios”, dice.
En la vida de Gebel siempre hay lugar para un enemigo, un rival. Lo son los medios de comunicación a los que acusa de alienar a los jóvenes y no dar a luz sus eventos, lo es el FMI y los políticos corruptos. Todos, nombrados en general, aparecen ironizados y satirizados en sus monólogos, porque en definitiva todo en Gebel parece definirse en una competencia entre el bien, que él encarna, y el mal personificado por difusos ninjas, mafiosos y terroristas, sin nombre y apellido, que atentan contra la juventud.
Como estadista del marketing, Gebel no para de hablar de números. Se desvive por contar una y otra vez que juntó 70 mil almas en el Obelisco cuando de La Rúa era el Jefe de Gobierno, que llevó 70 mil en River, 60 mil en Boca, y un supuesto récord en el Luna Park con tres salas llenas en un solo día. Y lo cuenta en la entrevista, lo cuenta en la radio, en el programa de TV, en los monólogos y lo escribe en la revista.
Pero hay más. El libro “El Código del Campeón” es récord de ventas en toda Latinoamérica”, dice. Y el programa de TV se reproduce en más de 50 países, continua. Y todo se convierte en numerología tan amplia como improbable. Y ahí aparecen los personalidades famosas apoyando su causa: “Palito Ortega estuvo conmigo en el primer Vélez, y el puma Rodríguez y su mujer son amigos mío y de mi mujer”, al mismo tiempo que aclara que Ricardo, por Montaner, se tomó una avión privado para estar en su último espectáculo “Super clásico de la Juventud” que dicho sea de paso lleva ese nombre gracias al ex futbolista, y también amigo famoso, Paulo Silas.

Gebel Súperstar
Su forma de moverse en el escenario, ese manera de ir y venir afirmando ciertas frases, ese fervor en el decir, tan de pastor evangélico, en Gebel tienen huellas que directamente conducen al pastor Héctor Giménez. Aunque en un principio se encargue de decir que nada tiene que ver con él, en el transcurso de la entrevista dirá que sí, que trabajó con Giménez y que fue diseñador de algunas de sus revistas. “No puedo afirmar y negar las acusaciones que tiene en su contra. Yo no estuve ahí”, se ataja. Pero también hay otro cimiento en la construcción de este showman de monólogos con retórica cristiana: Luis Palau “Conduje los festivales que Luis Palau organizó en la Argentina, y en Costa Rica y Perú. Soy algo así como su maestro de ceremonias.
- ¿Podría decirse que Palau es un referente para usted?
- Sí claro. Él no pide dinero al público. ¿Le preguntas por qué lo hace y él te dice: “porque quiero que el mensaje de Dios quede en el corazón de la gente, no hay nada más”. Y al igual que yo, lo apoyan socios y sponsor.
- Al igual que Palau, usted recibe aportes de empresarios. ¿Quiénes son estos empresarios que lo ayudan a montar espectáculos de más 200 mil pesos?
- Empresarios NN que no les interesa ser reconocidos. Son creyentes en Dios, confiados en mi proyecto y en mi visión.
- Pero ¿qué quieren?
- Nada. Al principio yo les dije que apoyarme a mí iba a ser ir perdida, porque yo no le pido plata a la gente, yo no cobro entrada. Pero ellos me decían que no se acercaban a mí para recuperar la plata: “Yo les decía mirá que es por los pibes de interior”, y ellos me decían “si, si, si”.
¿Y de qué manera lo apoyan?
- En los shows unos me pagan el sonido y otros la pantalla. Yo estoy seguro que en un principio habrán querido ver el negocio, ver por donde cerraba. Pero después se dieron cuenta que yo no los convocaba a una iglesia si no que en mis espectáculos había jóvenes llorando de emoción. Lo mío no es un negocio monetario porque yo no voy ni por el bronce ni por cobre. Yo les hablo a los chicos, de soñar, de creer en Dios.
- Pero ¿se puede combinar la fe en Dios con su negocio comercial de la editorial y la productora de discos?
- Yo no mezclo la fe con lo comercial. Para mí van coyunturalmente, no hay una dicotomía. Edito una revista con un mensaje positivo, pero que necesita que las publicidades de la revista se vendan porque si no se vende mi mensaje se termina.
- ¿Y de qué vive?
- De mi productora, de los seminarios motivacionales que presento ante empresarios. Pero ¿usted no le preguntaría a un cardenal de qué vive o cuanto gana? Yo sé que todo lo que no está enmarcado dentro de la Iglesia Católica tiene un manto de sospecha. Yo sé que cuando desde el lado evangélico se difunde una movida, se crea una sensación de que algo no está bien. Pero ¿por qué cuando la gente se peregrina en San Cayetano nadie opina que es gente ignorante?, o dicen “seguro que los llevan de las narices”.

“¿Sabe que quiero que diga mi lápida?”. No. “Yo en mi tumba quiero que diga acá yace un hombre que trató de afectar positivamente a la juventud, que trató de dejarles su mensaje positivo”. Así de claro, así de pensada es la vida de Dante Gebel. Y todo gracias a Dios.